Columna


Renovación total

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

10 de enero de 2010 12:00 AM

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

10 de enero de 2010 12:00 AM

“Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede”**. Concluyendo el periodo navideño, la invitación que nos hace hoy Jesús es a sumergirnos con Él en su bautismo y dejarnos renovar para participar de su gloria. Hoy podemos fortalecer nuestra confianza en el amor de Dios, que se manifiesta como Padre que nos busca, como Hijo que nos acompaña y como Espíritu que nos transforma. Juan el Bautista nos dio algunas claves de renovación: arrepentimiento, penitencia, conversión, compartir con el que no tiene, no exigir cobros injustos, no a las extorsiones, no a las falsas denuncias y actuar correctamente, pero necesitamos también la ayuda de quien tiene poder para purificarnos desde el fondo del corazón, porque comparte el poder de Dios con la condición humana perfecta: “Él los bautizará con el Espíritu Santo y fuego”…; puesto Jesús en oración, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó a Él como una paloma y se oyó una voz del cielo que dijo: Tú eres mi hijo amado mi predilecto”**. En su libro “Jesús de Nazaret”, Benedicto XVI nos presenta el bautismo de Jesús como un compendio de toda la historia de la salvación. En el Jordán, Jesucristo hace inmersión de todos los pecados de la humanidad que lavaría a través de la cruz, redimiendo y llenando de vida al ser humano para que se una a su resurrección. Al bautizarnos nos unimos a Jesucristo para ser parte de su familia divina y renovamos esa filiación cada vez que acudimos a los sacramentos, especialmente a la confesión y a la eucaristía. Tenemos muchos objetivos en la vida, pero la meta máxima, ante la que todo lo demás se vuelve relativo, es conquistar la vida eterna, vivir en el amor con Dios y con todos los que se unan a su amor. Para lograrlo es importante unir nuestro trabajo diario de mejora permanente, de transformación de hábitos para cultivar los valores, a la apertura a la gracia, porque la salvación solo la logramos unidos a Jesucristo. Dice San Pablo: “Porque se ha manifestado la gracia salvadora de Dios a todos los hombres, que nos enseña a que, renunciando a la impiedad y a las pasiones mundanas, vivamos con sensatez, justicia y piedad en el siglo presente, aguardando la feliz esperanza y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo; el cual se entregó por nosotros a fin de rescatarnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo que fuese suyo, fervoroso en buenas obras…; él nos salvó, no por obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros, sino según su misericordia, por medio del baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo”.** Ojalá que este nuevo año tomemos más conciencia de la importancia de unir todos nuestros esfuerzos a la apertura a la gracia para que disfrutemos de la dicha de ser hijos de Dios, con todos los derechos para disfrutar plenamente ahora y en la eternidad. Que valoremos la fe, la esperanza y la caridad, los dones más perfectos que Dios nos regala, dones que trascienden cualquier otro regalo que nos dé la vida porque nos ayudan a vivir de acuerdo a las leyes divinas, nos ayudan a superar las dificultades o enfrentar las vicisitudes y nos llenan de vida, de confianza y de amor. **Is 40, 1-5; 9-11; Lc 3, 15-16; 21-22; Tit 2, 11-14; 3, 4-7. *Economista, orientadora familiar y coach personal y empresarial. judithdepaniza@yahoo.com

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