Columna


Rifas y espectáculos

LIDIA CORCIONE CRESCINI

29 de junio de 2010 12:00 AM

LIDIA CORCIONE CRESCINI

29 de junio de 2010 12:00 AM

En Colombia, la democracia, más que un ejercicio para echarse la suerte al sufragar, parece una fiesta donde todos están felices. Es símil de una torta o pudín para repartir, tan grande que puede ocupar el primer puesto en los records Guiness. Y, ¿dónde me dejan la rifa? Es un premio gordo, jugoso, rentable que le asegura al ganador la existencia terrenal y eterna. Rifar un país no es juego de niños, con los ojos vendados, poniéndole la cola al burro para llevarse el galardón. Repartirse la torta, dejando por fuera a los comensales más necesitados, con situaciones deplorables, urgencias de los pobres, indigentes, desplazados, desempleados, enfermos, analfabetas, ancianos, más que un argumento de conciencia (esa parece brillar por su ausencia), es materia de verdadero compromiso real, responsabilidad y ejecución visible, productiva y progresiva. Todos queremos degustar las bondades de este territorio extenso en tierras, abundante en frutos. En el programa La noche, Claudia Gurrisatti entrevistó a nuestro presidente electo y éste, ecuánime, seguro, preciso en algunos temas, se comprometió públicamente a cumplir con los ciudadanos colombianos, quienes debemos creerle. A fuerza de pujar por encontrar la solución, quiero desesperanzarme para no vivir en vilo y ver en el camino la buena nueva: una Colombia desembarazada de corrupción. ¿Soplar y hacer botellas? No, todos sabemos que en un santiamén, por arte de magia, como están las cosas, es imposible que los resultados sean inmediatos, sin embargo, empezar certeramente sería lo propio. Limpiar lo podrido, asqueroso, repugnante, es el primer paso para despejar el terreno, encontrar un verdadero equipo que edifique con proyecciones futuristas en beneficio de todos. ¿A quién de los gobernantes le interesa un país educado?, partiendo de la base de que la educación forma en autonomía, criterio y libertad, quiero creer que nuestro presidente Santos tendrá como una de tantas prioridades en el tapete, este aspecto. Cuando veo a un obrero trabajando a destajo de sol a sol para ganarse veinte mil pesos por mano de obra ejecutada (teniendo en cuenta que si no lo hace, no gana platica para su sustento), y observo el ausentismo de algunos congresistas (silla vacía) que deben asistir y cumplir a cabalidad su función (éste sigue recibiendo su salario), llega a mi entender la trillada frase de que unos nacen con estrellas y otros estrellados. En un país en donde las oportunidades son para algunos y las restricciones para muchos, en donde hay pocos ricos y muchos pobres, se debe tener en consideración este aspecto, ya que una nación resentida socialmente por todas las injusticias sociales es una bomba de tiempo, generando en todos, especialmente los jóvenes (sin oportunidades de ninguna índole), pandillismo, atracos, prostitución, sicariato y un abanico de posibilidades nefastas, que van en detrimento de una sociedad. Lo que le espera a Santos no es fácil, requiere estudios con alta precisión de objetividad, sin olvidar que a pesar del abstencionismo, obtuvo nueve millones de votos, aprobándolo para que rija el destino de todos, teniendo en cuenta el slogan que escuchamos desde su elección: Acuerdo de Unidad Nacional. Todo para todos. *Escritora licorcione@gmail.com www.lidiacorcione.blogspot.com

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