Atrajo la atención de todos los colombianos la noticia de que el río Medellín apareció sorpresivamente teñido de rojo. Adelantadas las investigaciones del caso, se descubrió que la empresa “Colorquímica”, establecida en la zona industrial del municipio de La Estrella, vertió en el alcantarillado el día 6 de octubre, aguas residuales que contenían una anilina orgánica de color rojo intenso. Según se estableció, dicha anilina se usa para preparar alimentos y no es nociva a los seres humanos. Sin embargo, el Director del Área Metropolitana está considerando la posibilidad de imponer una multa severa a la empresa “Colorquímica” por afectación al paisaje. Yo diría que, por el contrario, el paisaje aunque por muy breve tiempo presentó un aspecto exótico y bello, perfecto para servir como telón de fondo a una fotografía de grupo. Este suceso accidental nos transporta mentalmente a las Sagradas Escrituras, más exactamente al libro del Éxodo en su capítulo 7, donde hay una serie de acontecimientos que muchos llaman erradamente “Las 7 plagas de Egipto”. Y digo erradamente, porque realmente son diez (10). Los israelitas se encontraban cautivos en Egipto en una triste condición de vasallaje. Moisés se había erigido en el líder de ese pueblo que, por orientación de su Dios (Yavé o Jehová), debía sacar de ese país para conducirlo a través del desierto, a la “tierra prometida”. Faraón o el emperador de Egipto, se oponía a esa partida. En vista de su negativa el Señor impuso su castigo que, como ya lo anotamos, consistió en 10 plagas o desgracias. Primera plaga. Aarón (hermano de Moisés), gran sacerdote de los israelitas, levantó su bastón y golpeó las aguas en presencia de Faraón y de su gente, y todas las aguas del Nilo se convirtieron en sangre. Los peces del río murieron y las aguas quedaron contaminadas. De manera que los egipcios no pudieron beber más el agua del Nilo. La segunda plaga fue la de las ranas. Miles y miles de ranas invadieron las ciudades, las casas y hasta a la cama de Faraón subieron. La tercera plaga fue la de los mosquitos. La cuarta fue de los tábanos. La quinta plaga fue la peste, que atacó a los animales: caballos, burros, camellos, vacas y ovejas de los egipcios. Los animales de los israelitas no sufrieron la peste. La sexta plaga fue de unas úlceras que se presentaban en los organismos de los egipcios. La séptima plaga fue el granizo. La octava fue las langostas. La novena fue la de las tinieblas y la décima plaga fue la muerte de todos los primogénitos de las familias egipcias: “Desde el primogénito de Faraón, hasta el primogénito de la esclava”. Pero no ocurrió así con los primogénitos de los israelitas. Hace muchos años leí una crónica escrita por un científico judío que se proponía encontrar explicación a ciertos hechos que aparecen en la Biblia, como la detención del sol por orden de Josué y, en el caso de las aguas ensangrentadas del Nilo, decía él, que en una gran creciente pudieron las aguas haber llegado a terrenos ricos en sales de hierro que producen una coloración roja muy fuerte. Para fortuna nuestra, en el río Medellín no sufrieron los peces. *Asesor Portuario fhurtado@sprc.com.co
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