Columna


Sartén y cachiporra

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

06 de junio de 2010 12:00 AM

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

06 de junio de 2010 12:00 AM

Ganó Santos por amplísimo margen y hacia su campamento marcharon partidos y movimientos por el llamado del triunfador a otro experimento de unidad nacional. Un buen ingrediente para completar la mermelada electoral que garantice la segunda barrida, afincada en la conveniencia de prolongar el legado de Uribe, el mejor presidente –dice Juan Manuel– que ha tenido Colombia en toda su historia. Pienso en el ánima defraudada del tío Eduardo. Que los conservadores corrieran, como medusas de larga succión presupuestaria, a meterse en el vagón de la victoria, no sorprende. Tienen una cuota jugosa en la máquina de poder que heredará Santos. Pero que los congresistas liberales lo hicieran sin disimular el callado pavor de quedarse por fuera, desdice de una tradición de luchas y sacrificios inspirados en otros fines. Es que algo va de Alejandro Galvis Galvis a Edgar Gómez. Se desesperaron los rojos correosos y se alistan a prolongar un legado político que combatieron durante ocho años. No tuvieron el pudor de esperar un ratito para justificar su desbandada con la muletilla del “acuerdo programático”, o de inventarse un motivo compatible con las ideas de un partido que todavía, a pesar de ellos, tiene un patrimonio que respetar, a menos que estén seguros de que las alabanzas de Santos a Uribe sean zalemas a término fijo. Midan la refriega interior que sentiría éste entre su deseo de seguir mandando y la imposibilidad de hacerlo, si su legatario le pone conejo cuando le desaparezca el laurel de la divinidad. No entendería que Santos dejara de ser un objeto en préstamo de uso. Con tanto pluralismo apretujado en su corraleja, tendrá Santos la oportunidad de rescatar la relación Gobierno-partidos para que los roles institucionales de los órganos Ejecutivo y Legislativo provengan de un derrotero serio con las iniciativas oficiales. ¿Se descuadernará el país si Santos limita su gratitud a los empleos y la sustrae de los contratos con parlamentario propio? Dependerá de la tentación de reelegirse en caso de que gobierne con óptimos resultados, y de la dinámica que sople del 7 de agosto en adelante con Uribe fuera de la cancha, y con Venezuela y Ecuador ansiosos de sacarse algunos clavos martillados por Santos en la soberanía de los dos vecinos. Inteligente, camaleónico y saltarín, Santos contará con otro factor de poder que le ayudará a marcar puntos y a escudarse de los viejos y los nuevos enemigos: el tercer canal. Tendrá, pues, sartén y cachiporra en un permanente y distraído ejercicio en el que las meriendas y la pirotecnia noticiosa nos harán gozar de sucesos excitantes. Bromas que se gasta la política moderna para que no mueran nuestros ingenios ni resuciten tantos esperpentos. Los que no votamos ni votaremos por Santos a lo único que aspiramos es a que, posesionado y en funciones, no le quede en el cuerpo una gota del formaldehído que lo mantuvo embalsamado mientras sus tropas planeaban los falsos positivos. Dios nos vea, porque de lo contrario nos subirán los impuestos, nos dejarán vivo el cuatro por mil, no se generarán los empleos que nos van a incrementar la inmigración a niveles nunca vistos y, lo más doloroso, se desvanecerá el legado del Bill Gates de la seguridad democrática. *Columnista y profesor universitario carvibus@yahoo.es

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