Columna


Scarface

CARLOS GUSTAVO MÉNDEZ

27 de septiembre de 2009 12:00 AM

CARLOS GUSTAVO MÉNDEZ

27 de septiembre de 2009 12:00 AM

Después de 62 años de su muerte, Al Capone, el gángster más famoso de la historia, sigue siendo noticia. El 20 de septiembre, El Universal reveló que habían subastado una mansión y una finca que fue suya, en Wisconsin que tiene 160 hectáreas, en la cual aterrizaban las avionetas de la mafia con licor de contrabando. Su vida criminal es similar a la de muchos narcotraficantes colombianos, lo cual corrobora la frase de Cicerón que dice que la historia es maestra de vida. Alphonse Capone, nació en Nueva York, en enero de 1899, hijo de inmigrantes italianos. Desde temprana edad se inclinó hacia el delito, al punto de que a los 16 años extorsionaba a comerciantes menores del sector de "Little Italy" y era un exitoso proxeneta. En su andadura criminal se ganó una cicatriz que le atravesaba la mejilla derecha en una trifulca por putas, por lo cual le endilgaron el apodo de “Scarface “o Caracortada. El acoso que le hizo la policía neoyorquina lo motivó para que se mudara a Chicago en donde hizo una carrera meteórica, debido a la insensata “Ley Seca” que penalizó el consumo de alcohol, que lo único que produjo fue: la proliferación de los sitios ilegales de expendio de licor, en los cuales se vendía licor de mala calidad con las resultas de centenares de muertos y ciegos por intoxicación metílica; el asesinato de miles de policías y la corrupción de la fuerza pública, del poder judicial y de la política. Al Capone, fue uno de los que aprovecharon la ley seca para ganar plata. Sus negocios ilícitos se expandieron y creó un imperio criminal de tanta magnitud, que a Chicago le decían Caponeville. Según sus biógrafos, Capone, no tenía recato en exhibir su dinero mal habido y se paseaba por Chicago con un diamante costosísimo en la corbata, repartiendo propinas de 100 dólares. El hampón finalmente fue apresado en 1931, gracias a la perseverancia del agente federal Elliot Ness, pero no por sus crímenes, sino por evasión de impuestos. El juicio comenzó en septiembre de ese año. El gangster sobornó a los miembros del jurado, por lo que el servicio secreto alertó al juez James Wilkerson, quien llevaba el caso sobre este hecho. El día del juicio, Capone entró al recinto sonriente como siempre, elegantemente vestido y con aire triunfalista, entonces el juez Wilkerson llamó al ujier privadamente y le dijo: el juez Edward tiene otro juicio en este momento, aquí en este mismo edificio, él y yo hemos convenido intercambiar los jurados, de esta forma a las personas sobornadas por Capone les tocó actuar en otro juicio y al gangster le asignaron un jurado conformado por personas desconocidas. El golpe fue mortal, el día 24 de noviembre de 1931, fue condenado a 11 años de prisión. Primero fue recluido en Atlanta, sin embargo la corrupción penitenciaria, permitió que desde ahí siguiera manejando sus negocios turbios y por lo que fue trasladado a la prisión de Alcatraz, de donde salió en 1939, semiparalítico y debilitado por la sífilis. Murió en Miami, el 25 de enero de 1947, como consecuencia de una trombosis y una neumonía. Sus últimas palabras, fueron sorprendentes pues parecen de un híbrido improbable entre la Madre Teresa y San Francisco de Asís: “Deseo que se me recuerde que ayudé a muchos amigos y traté de hacer el bien” *Directivo Universitario. Miembro de número la Academia de la Historia de Cartagena. menrodster@gmail.com

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