Columna


Segunda vuelta

REDACCIÓN COLOMBIA

27 de mayo de 2010 12:00 AM

HUMBERTO OROZCO CERA

27 de mayo de 2010 12:00 AM

La política colombiana no mejora, no ha cambiado, y en realidad, la situación es la mayor prueba de lo mucho que nos falta para poder avanzar como sociedad. Históricamente hemos sido “los muchos” dominados por “los pocos”. Cafres gobernando cafres. Somos y hemos sido, (dudo mucho que dejemos de serlo, por ahora) la sumatoria de todas las formas posibles de desmoralización política. Guillermo Cano, en su último editorial (diciembre 17 de 1986) sentenciaba: "Así como hay fenómenos que compulsan el desaliento y la desesperanza, no vacilo un instante en señalar que el talante colombiano será capaz de avanzar hacia una sociedad más igualitaria, más justa, más honesta y más próspera." Qué pena con Don Guillermo (a quien aprovecho para exaltar por haber sido conciencia crítica del país, eso hasta que el mismo país se lo permitió), bastaría con que nos viera hoy, 24 años después, robusteciendo nuestro ya desgastado disfraz demócrata extremista. Bastaría con que conociera a los dos candidatos que se “pelean”, según las encuestas, la anhelada segunda vuelta presidencial. Por un lado, Juan Manuel, que hasta hace unas semanas se llamaba Santos. El candidato del oficialismo colombiano, el “establishment” en persona (o por interpuesta, como sea), el garante del continuismo. El ex ministro de Defensa del gobierno de Uribe. Y por otro lado, Antanas Mockus, el varón de la obediencia (ciega), el de la GTZ (sin comentarios), el del Estado Jurídico (y no de Derecho). El Gendarme de la moralidad. Un intelectual que hace parte de los recientes administradores públicos que, han querido saltar del Palacio de Liévano hasta la Casa de Nariño. A pesar de las diferencias aparentes entre ambos, desde su orilla, los dos vendrían a representar lo mismo. Política de subordinación. Ese es uno de nuestros extremismos demócratas. La aceptación de falsos acuerdos inscritos electoreramente, suscritos sobre la base del totalitarismo pragmático e ideológico, gubernamental y mediático (profundizado desde la llegada de Uribe Vélez). Ambos candidatos representan intereses, diferentes intereses pero, sólo eso finalmente. Santos y Mockus son el continuismo de la demagogia. Como quien dice, la historia no nos ha enseñado nada. No hemos entendido que un dirigente no solucionará nuestra situación. En los últimos sesenta años nuestra historia no ha tenido variaciones sustanciales. Seguimos esperando héroes que salven el país. Lamento informarles que tales héroes no llegarán por ahora. Tocará esperar, Don Guillermo. Otra vez será y no en estas elecciones que, aunque ofrecen una baraja muy ancha de candidatos y programas, todos muy buenos, eso sí, unos más competentes que otros, no se escaparon a nuestra encrucijada política histórica; la elección emotiva e irracional de mandatarios. Que lo digan Petro y Pardo, quienes a pesar de ser los mejores candidatos, y poseer las propuestas más coherentes y viables para el país, terminarán siendo castigados por nuestra esquizofrenia política. Finalmente, si Don Guillermo estuviera vivo y pudiera leerme sabría que lo mío no es una mera opinión personal. Es que Colombia siempre ha votado con el estómago y el corazón, jamás con la cabeza. Esta vez no será la excepción. El 30 de mayo nuestra historia no será diferente. Este 30 de mayo la historia nos volverá a traicionar. *Director del Colectivo de Información Pública “Cartagena Piensa” cartagenapiensa@hotmail.com *Rotaremos este espacio entre distintos columnistas para dar cabida a una mayor variedad de opiniones.

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