Columna


Sí: repetir

VICENTE MARTÍNEZ EMILIANI

24 de mayo de 2010 12:00 AM

VICENTE MARTÍNEZ EMILIANI

24 de mayo de 2010 12:00 AM

En estos tiempos, cuando el auge de la construcción en Cartagena alcanza dimensiones jamás imaginadas, es necesario insistir en la necesidad de establecer estricto control sobre las obras que se adelantan o proyectan en el recinto amurallado para evitar nuevos atentados contra la villa antigua. Parece olvidarse que el valor incomparable de la arquitectura colonial del “Corralito”, constituyó el motivo de su declaración como Patrimonio Histórico de la Humanidad por parte de la UNESCO en 1984. Es inverosímil pensar que puedan repetirse las profanaciones de un pasado no muy lejano, cuando se erigió el edificio Andian en la Plaza de la Aduana, en medio del aplauso ciudadano, sin la menor protesta. Así mismo se construyó el primer Hospital Naval, con cuatro pisos, encima del baluarte de San Francisco Javier, frente al Hotel Santa Teresa. En ese mismo período surgió un barrio de alta prosapia y apretadas residencias que rodeaban y se encaramaban en las laderas del Castillo de San Felipe, abandonado e invadido de maleza, razón por la cual las generaciones del medio siglo lo llamaron cerro, al igual que la colina de La Popa. Y…; “silencio en la noche”. Pero han cambiado los criterios. Ya existe clara conciencia del valor insustituible de la ciudad vieja y de los monumentos militares. No es posible, en consecuencia, cerrar los ojos ante el riesgo de profanar la herencia del pasado con la permisión de construcciones que quiebren la armonía del sector histórico. Sin embargo, con uno u otro pretexto, se siguen aceptando abusos. Y pongo ejemplos. Enfrente de la muralla de la Laguna de San Lázaro, aplastando, literalmente, el baluarte secular, en la esquina del Pedregal con la Calle Larga se está terminando un edificio que duplica la altura de la fortaleza, a la que, por último se trepan las ramas de los manglares que también crecen entre el fortín El Reducto y el Puente Román, en aguas de la Bahía. Y en la Plaza de los Coches, al comenzar la Calle de las Carretas, se agregan dos nuevos pisos al edificio de la esquina. Lo que convierte el celebrado sector colonial en un adefesio. La necesidad de preservar la ciudad antigua ha sido causa de preocupación de muchos cartageneros, lo que cobra singular importancia ahora, cuando Cartagena vive una etapa de construcción desbocada. Hace 23 años, el eximio historiador Eduardo Lemaitre se refirió al tema en los siguientes términos: “Cartagena atraviesa, en estos tiempos nuevos, una etapa de verdadera transformación... Pero ¡cuidado!.... hemos llegado a un punto en que tenemos que ser implacables en la defensa de ese patrimonio del ayer, porque el impulso de las fuerzas económicas diversas que nos están empujando hacia delante es de tal naturaleza que, si nos descuidamos, podríamos poner en peligro la herencia recibida de nuestros mayores. Es preciso, pues, que todos de consuno ejerzamos vigilancia permanente e insomne para que nuestra Cartagena conserve su autenticidad y su fisonomía históricas”. Y es así. Hay que proteger la villa antigua. La fama y el futuro turístico de Cartagena están montados en el fulgor patinado de su pasado. Esta es la verdad. NOTA: Como conservador, predigo que con la candidatura de Noemí, el partido sufrirá el mayor descalabro electoral en más de siglo y medio de meritoria existencia. *Ex congresista, ex embajador, miembro de las Academias de Historia de Cartagena, y Bogotá, miembro de la Academia Colombiana de la Lengua. academiadlhcartagena@hotmail.com

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