Columna


Si te recuerdo no mueres

AP

02 de diciembre de 2009 12:00 AM

BORIS F. ZAPATA ROMERO

02 de diciembre de 2009 12:00 AM

Veinte años son mucho tiempo, en especial cuando hay tantas cosas que contar. Recuerdo que el día que te quitaron la vida había terminado de leer “La Familia de Alvareda”, de Fernán Caballero, y como soplado por un ángel, al momento de ver tu cuerpo tendido, vino a mi memoria una frase de ese libro que jamás, jamás, se me ha olvidado: “mate Ud. a un enemigo en buena guerra, pero no le maldiga”. Y eso hice, no les maldije. Es más, crecí teniéndoles lástima, pues cada vez entiendo con mayor claridad todo ese afán que te embargaba de hacer algo para cambiar el mundo; y ellos, tanto los que disparan como los que ordenan, se pavonean convencidos de que el mundo les pertenece, sin saber que son unos muertos en vida, que son piezas del sistema al que inevitablemente servimos. ¿Sabes?, el tiempo te ha dado la razón en muchas cosas de las que nos explicabas a pesar de nuestra corta edad, como previendo lo que pasaría. Tenías razón en que la combinación de formas de lucha era una degradación del espíritu revolucionario, que avanzábamos a un cambio de modelo constitucional que se quedaría a medias sin todos representados en la mesa, y que nunca dejaríamos de ser un país de reinas. Ah!, y que a Mike Tyson sí se le podía ganar. Sí, tal cual me dijiste profetizando unos días antes de partir, mi hermano Sergio es un hombre noble y grato; tu hija adorada, Natalia, una mujer centrada y autentica; y tus dos amores, tu esposa y tu madre, el pilar de sus familias y la conciencia y apoyo al cual recurrir. Creo justo, con tanto tiempo de por medio, contarte de mí. Papá, soy abogado, aunque te confieso que después de haber incursionado en la medicina y tras una acertada recomendación de ese hombre maravilloso que tuviste de padre; ya me llevo bien con mis tíos, aunque todavía creo me ven como un bicho raro e indómito; he recorrido este precioso país de cabo a rabo; leo tanto como desde que te fuiste, soy un adicto a la información, y escribo tal como hablo, por lo tanto tal como pienso. Me casé y me divorcié. Tengo una hija, que en honor a mis abuelas se llama María (Mery) Fernanda, que es tan bella como un día de sol, y con una mirada tan profunda que me hace dudar de todo lo que sé. Muy a pesar de ser la causa de tu muerte, soy tan sensible como tú a la injusticia y la inequidad; me mueven las mismas ansias de aportar algo para el cambio; y aún hago lo posible para ser el líder que sé que esperabas que fuera. Por supuesto no eras infalible. Primero, aunque ya lo debes saber, Dios sí existe; Él, quien por ateo no conociste, fue y es quien ampara la familia que dejaste. Lamento también decirte que Sergio y yo, y Natalia así lo niegue, somos liberales como nuestro tatarabuelo Antonio María, y no cualesquiera, sino de aquellos que con orgulloso activismo asumen esas banderas. (Por lo menos agradece no salimos godos como mamá). Hoy, a mis 34 años, en medio de lágrimas por la obvia tristeza y de una enorme tranquilidad que me ha producido el hecho de que al escribirte esto me he dado cuenta de que no tengo nada en mi vida de qué avergonzarme ante ti, entiendo tus palabras cuando una semana antes de morir, acabando de cumplir 40, me dijiste: “apenas ahora comienzo a madurar y entender la vida; lo mejor está por venir”. *Abogado y Analista Político bfzr_14@hotmail.com

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS