Columna


Sin profundidad y audacia

RUDOLF HOMMES

06 de junio de 2010 12:00 AM

RUDOLF HOMMES

06 de junio de 2010 12:00 AM

A pesar de las emociones de la campaña presidencial, los debates entre candidatos han sido sosos y les faltó audacia. Por ejemplo, el respeto a la vida fue planteado en el nivel general, y más como eslogan (“la vida es sagrada”), que como programa coherente. Hasta la semana que acaba de pasar, no se habían vinculado los mal llamados “falsos positivos” a la polémica, y aún ahora, después de que Mockus le dijo a Santos que en su gobierno no se tolerarían asesinatos de jóvenes, la discusión no ha entrado a sus profundas ramificaciones morales y políticas. La diferencia principal entre Mockus y Santos es que el primero se compromete a respetar la ley y la vida de los ciudadanos, y el otro a no subir impuestos. Esto es importante y contribuye a diferenciar, pero no basta para definir la calidad de un programa presidencial. Respetar la vida, la ley y los derechos de los ciudadanos es lo que se espera rutinariamente en el mundo, y las docenas de candidatos que ofrecen no subir impuestos no son tenidos en cuenta por originales ni por sinceros. Una de las virtudes de este debate electoral es la ausencia de populismo. Ningún candidato cuestionó la necesidad de mantener el equilibrio macroeconómico y han sido conscientes de las virtudes de una política fiscal prudente. Es una señal de madurez, pero sirvió de escudo para que no se hable de lo más importante. Carlos Caballero se queja de que los candidatos no se han ocupado de la nutrición y la atención a los niños, a pesar de ser “la verdadera seguridad democrática”. Falta un compromiso de los candidatos de atacar de frente a la pobreza y de cambiar la estructura del mercado laboral para que no sean solamente los de arriba los que reciben remuneración adecuada, protección y seguridad en el trabajo. Santos cree que para resolver estos problemas basta con promover mayor crecimiento sustentable. Pero, como se ha visto en los períodos de crecimiento alto, no necesariamente genera mayor empleo ni soluciona injusticias en la distribución de riqueza, ingreso u oportunidades. La prioridad del gasto público y de las políticas públicas debe ser mejorar las condiciones de vida de los más pobres, y la mayor pobreza está en el sector rural. En ese sentido está bien orientada la idea de convertir el sector agropecuario en una de las locomotoras de desarrollo, pero no será posible sin una política de comercio exterior coherente con ese propósito, si no se distribuye mejor la tierra y se pone en marcha un programa atrevido de investigación y desarrollo técnico de la agricultura colombiana. Tanto Santos como Mockus han destacado la importancia de promover la educación y la necesidad de dotar al país con infraestructura, pero no han hablado de cómo van a financiar esos programas, ni han revelado su contenido. Flota en el aire la idea de reformar a fondo el sistema de regalías para beneficio de todas las regiones, para financiar infraestructura y aumentar la oferta educativa en todos los niveles y la calidad de la educación, pero no hay una propuesta concreta de esta reforma constitucional, como tampoco la hay para resolver los problemas de salud o seguridad social, entre otros. Si las hubiera, se contaría con mejores elementos de juicio para ir a votar. rhommesr@hotmail.com

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