Columna


Sin soluciones

VICENTE MARTÍNEZ EMILIANI

14 de junio de 2010 12:00 AM

VICENTE MARTÍNEZ EMILIANI

14 de junio de 2010 12:00 AM

El país entero mira estremecido hacia nuestra Costa Caribe, convertida en las últimas décadas en una de las regiones más menesterosas de la patria. La pobreza azota el 70% de su población. Y aumenta vertiginosamente en las principales ciudades la llegada de millares de desplazados, al mismo tiempo que se incrementan los asesinatos en casi toda la región. Se llega a tal extremo la inseguridad que Barranquilla está considerada uno de los sitios más peligrosos de Colombia. A Cartagena también la golpea la siniestra presencia de la criminalidad. Es uno de los lugares que presenta mayores índices de miseria. Se disputa con Chocó la primicia del drama humano. La mendicidad se ha intensificado con celeridad. Y los barrios periféricos constituyen un cuadro dantesco, sin esperanzas de redención, mientras se reproducen las barriadas levantadas con desechos sobre el suelo fangoso de las ciénagas o en las laderas de La Popa que ya empezaron a desplomarse. La indiferencia de las autoridades ante la crisis es desconcertante. Los mandatarios de turno se limitan a dar declaraciones rumbosas, cuajadas de ambigüedades y lugares comunes, falta por completo de contenido o de significado. Sus palabras vacías son la repetición inagotable de sugerencias sesgadas y de promesas de ocasión. La elección popular ha convertido a nuestros gobernantes en ejemplo de populismo barato. En la realidad, siguen ajenos a las necesidades apremiantes de la comunidad que les otorgó la personería que ostentan. Son auténticos profesionales de la improvisación administrativa, de espaldas a un proyecto serio y reflexivo de superación y desarrollo. La falta de un programa responsable salta a la vista del más desprevenido. La ausencia de planes concretos flota sobre los discursos reiterativos. La cantilena no tiene fin. Gira sin fatiga sobre lemas de campaña como si estuviéramos todavía en vísperas electorales cuando se necesita halagar a la galería y asegurar la presencia ciudadana en las urnas. Aunque parezca imposible, en los estamentos oficiales sólo se presta atención a la figuración y el protagonismo. Es el imperio de la publicidad. El reino de las “estrellas”, en continua búsqueda de un premio “Oscar” a la mejor actuación. Pero ya es hora de organizar algo, aunque sean las equivocaciones. Y empezar a escuchar las voces sensatas de la opinión para las cuales parecen cerrados los oídos gubernamentales. Ante la indiferencia y la desatención permanentes de los representantes del gobierno, hace pocos años Carlos Villalba Bustillo escribió una nota vibrante en la que afirmaba: “Por lo general, cuando un funcionario modifica sus actitudes con el empleo que le dan es, sin duda, porque el empleo es más importante que el funcionario. El fenómeno es frecuente en los altos cargos y en los medianos…;. La patología es igual en todos los modelos”. Y tiene razón Carlos, quien no es ningún recién llegado. Sus afirmaciones son ciertas. Ojalá se entienda su mensaje en los escritorios oficiales de distintas categorías donde se sientan no poco “personajes” convencidos de que están, para siempre, en una intocable torre de marfil, que ahora, en la realidad, se acabará en menos de 18 meses. *Ex congresista, ex embajador, miembro de las Academias de Historia de Cartagena, y Bogotá, miembro de la Academia Colombiana de la Lengua. academiadlhcartagena@hotmail.com

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