Columna


Soltar dos pájaros de una jaula

CARLOS DÍAZ ACEVEDO

13 de enero de 2010 12:00 AM

CARLOS DÍAZ ACEVEDO

13 de enero de 2010 12:00 AM

Si la gente en general y los pelaos en particular bajáramos un poquito el volumen al picó y a la música, no cambiáramos de canal cuando empiezan los noticieros, leyéramos las noticias, viéramos más allá de nuestras narices y paráramos orejas, nos toparíamos con 2 realidades de nuestros días que para la amiga guatemalteca Geraldina Céspedes nos están obligando a un cambio de mentalidad en la manera de entender el mundo y relacionarnos con el cosmos y entre hombres y mujeres: el deterioro del medioambiente y la violencia hacia las mujeres. Escucharíamos el grito de la tierra y el grito de las mujeres si no fuéramos en general tan malos receptores y las instituciones socializadoras (familias, instituciones educativas, medios de comunicación, iglesias, etc.) fueran buenas emisoras de información y productoras de conocimiento. Sabríamos que es el modelo dominante de desarrollo basado en el crecimiento y el lucro el gran causante de estas problemáticas. Matar dos pájaros con una sola piedra o de un solo tiro es lo que hace el modelo hegemónico de desarrollo de tipo economicista, patriarcal, sexista, androcentrista y machista: conquistar, someter, violar, matar a la naturaleza y a las mujeres. Estaríamos al tanto que desde este modelo, la naturaleza, la tierra y las mujeres son consideradas objetos que deben ser conquistadas, dominadas, explotadas, sometidas y violadas para el crecimiento del capital. Esto se traduce en un comportamiento destructivo hacia la naturaleza y las mujeres con efectos nefastos para todas y todos, en especial para los hombres y las mujeres pobres de la tierra, que sienten en forma directa los embates del capitalismo salvaje y del deterioro ambiental. Si la gente en general y los pelaos en particular dejáramos de sentirnos como Shakira (ciegos, sordos y mudos; brutos, torpes y testarudos), además de escuchar los gritos de la madre tierra y de las mujeres, escucharíamos los gritos de los pobres, nuestros propios gritos, exigiendo una vida digna. Escucharíamos el grito de la tierra, el grito de los pobres y el grito de las mujeres, y nos movilizaríamos a favor de la sostenibilidad medioambiental y de relaciones justas y equitativas entre hombres y mujeres. Pero para que esto suceda, la gente en general y los pelaos en particular, necesitamos una nueva conciencia, una nueva espiritualidad y unos nuevos conocimientos que nos ayuden, como plantea Geraldina Céspedes, a “superar las jerarquizaciones y separaciones establecidas entre la naturaleza y los seres humanos (…;) a superar el complejo de superioridad de los seres humanos frente al resto de los seres y el de superioridad de los hombres frente a las mujeres, de los blancos frente a los negros, de los ladinos frente a los indígenas”. Necesitamos nuevas familias, instituciones educativas, iglesias, medios de comunicación, etc., que nos ayuden, como dice la misma Céspedes en la Agenda Latinoamericana Mundial 2010, a “soltar a la vez dos pájaros de una misma jaula, al buscar sanar y liberar desde la escucha los dos gritos que hoy expresan con más fuerza el sufrimiento ecohumano: el grito de la tierra y el grito de las mujeres”. *Lingüista, Literato y Comunicador para el Desarrollo Puntosdeencuentro@hotmail.com

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