Columna


Solución salomónica dudosa

JAIME ALBERTO RESTREPO CARVAJAL

12 de julio de 2009 12:00 AM

JAIME ALBERTO RESTREPO CARVAJAL

12 de julio de 2009 12:00 AM

Un padre encuentra a sus dos hijos forcejeando por una naranja; el hijo la reclama por haberla puesto en la nevera la noche anterior; la hija pide igual derecho por haberla lavado muy temprano. Al oírlos, el papá resuelve el conflicto con el método facilista de Salomón y corta la naranja en partes iguales, pero ambos hijos quedan descontentos. Este incidente ilustra la eficacia del Método Harvard para Solución de Conflictos, basado en “intereses” (para qué quiere cada parte una solución dada) y no en “posiciones” (por qué cada parte dice tener la razón). Si el papá hubiera sabido que el hijo solo deseaba tomar jugo y ella apenas la cáscara para un pudín, la solución habría sido mejor. El conflicto vial de Crespo vivió algo parecido con el forcejeo entre comerciantes de la calle 70 y residentes de la playa; los primeros argumentaron que por allí no cabía la ampliación y los segundos que por el mar habría ruido y contaminación. Ambos tenían “razón” en sus “posiciones”. Ahí llegó papá Gobierno y sin escuchar los “intereses” optó por la solución aparatosa de un túnel por la playa (primero en su género en Colombia y quizás el último), donde se van a “sepultar” cerca de $40.000 millones de pesos (casi el doble de cada tramo de Transcaribe) que pagaremos con peajes en la concesión de la Vía del Mar, es decir, una maroma similar a la de la Transversal 54. De haber escuchado los “intereses”, entenderíamos que los comerciantes no querían afectar sus negocios y los residentes su tranquilidad. El túnel faraónico que cerró abruptamente esa discusión no tuvo un estudio racional serio, técnico y económico, sobre las implicaciones para su construcción, operación, mantenimiento y funcionamiento hidráulico. ¿Cuándo lo van a mostrar? Si bien el proyecto divulgado en los medios plantea 480,000 M2 de playas nuevas, accesos peatonales, mejoramiento de movilidad peatonal en la calle 70 y vehicular en el aeropuerto, el riesgo de fracasar es tan grande como su tamaño: un cajón de concreto de 50 metros de ancho y ¡8 cuadras enterradas!, con 2,4 Km de longitud total, incluido el empalme con la Santander. Es lógico suponer (tampoco se ha revelado) que tendrá sistemas de bombeo para evitar inundaciones por marea alta, huracanes y lluvias, que obligarían a usar la calle 70, que será más angosta; y equipos para remover la duna que se acumulará y rociará arena sin tregua a las viviendas de Crespo (como en Marbella). Escenario posible, no deseado por las partes. En Ciudad de Panamá fueron más sensatos y acaban de inaugurar la “Cinta”: una obra vial y paisajística que resolvió un conflicto grave de movilidad similar al de Crespo, con parques lineales amplios, muy verdes, y sitios de esparcimiento tranquilo que amortiguarán el ruido y contaminación vehicular, mejorando la calidad de vida de residentes y comercios a la vez: intereses colectivos satisfechos. A Cartagena le convendría que las partes se sienten de nuevo en la mesa, con la naranja entera, para que papá Gobierno profundice en los “intereses” de todos y asegure que sí van quedar satisfechos con el túnel de Crespo: ojalá sea una genialidad de nuestra ingeniería y no un absurdo. *Ingeniero Civil, Máster en Administración y Finanzas, directivo empresarial, gremial e institucional restrepojaimea@gmail.com

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