Columna


Todos ponen

ALBERTO ABELLO VIVES

04 de septiembre de 2010 12:00 AM

ALBERTO ABELLO VIVES

04 de septiembre de 2010 12:00 AM

Los cambios sustanciales de Bogotá luego de la aprobación del Estatuto Capital durante la administración Castro se observaron en la movilidad, el espacio y ornato públicos, pero de manera importante, en la ejecución de un programa local de lucha contra la pobreza: Bogotá sin Hambre. Sin la reestructuración fiscal para dotar su Gobierno local de más recursos, la metrópolis andina no hubiera progresado. Eso nadie lo duda. Antanas Mockus, con la reforma fiscal aprobada en una mano, mostró la pirinola con la otra y repitió, haciendo la pedagogía que lo caracteriza, esta vez con éxito: ¡Todos Ponen! Y todos pusieron. Si la ciudad tenía el estatuto, se necesitaba que la gente pagara los impuestos. Así fue: reestructuración y eficiencia. Reestructuración porque los 25 años de la descentralización fiscal en Colombia han demostrado que los esfuerzos locales tienen que ser crecientes. El valor de las competencias asignadas, si no se hacen los esfuerzos, genera déficits enormes. Ya el país aprendió con la crisis de las entidades territoriales y la recurrencia a la Ley 550. Eficiencia, porque si las administraciones no se esfuerzan para que todos pongan, la situación empeora. Está demostrado que los recursos del Distrito de Cartagena, sean de las transferencias nacionales o generados con esfuerzos propios, no cubren las necesidades sociales. Hay una pobreza que aterra a propios y extraños, que clama porque se aumenten los esfuerzos para reducirla. Es una pobreza objetiva que no se puede disimular pensando que sólo está en la mente de los pobres. Si fuera así con la construcción de clínicas psiquiátricas bastaría. Sería fácil. Pero quienes han pasado por la administración local, alcaldes y secretarios, saben que las buenas intenciones no se pueden materializar por falta de recursos; que la profunda deuda histórica con la población cartagenera cuesta mucho; que la brecha entre lo que se necesita y los recursos con que se contaría en caso de que se recogieran todos es enorme. La ciudad necesita más recursos para invertirlos correctamente, no para aceitar la corrupción, por supuesto. Pero Cartagena tiene un sistema tributario para generar los recursos que necesita para sus grandes propósitos sociales, que se caracteriza por ser, además de insuficiente, inequitativo e ineficiente. El Estatuto Tributario vigente es anacrónico, regresivo, aprobado en un momento particular de la ciudad que ha perpetuado profundas inequidades. Las perlas de las inequidades alcanzarían para un enorme collar del absurdo. Para cambiar la situación se discute en el Concejo Distrital un documento que justifica y propone un sistema progresivo y menos inequitativo. Con él y con una estrategia de eficiencia, como la que ha venido desarrollando esta Administración, Cartagena podría reorientar sus inversiones públicas. En el último congreso nacional de la Andi, el nuevo presidente de la República les pidió a los empresarios “bajarse del bus” y contribuir más a la superación de la pobreza. “Me imagino un país sin pobres” dijo. Y el presidente fue largamente aplaudido. ¿Será que los empresarios de Cartagena, o sus representantes al menos, hacen lo mismo con la iniciativa de la Alcaldesa de reestructurar el fisco para luchar mejor contra la pobreza? *Profesor universitario. albertoabellovives@gmail.com

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