Columna


Trampas electorales impunes

MAURICIO CABRERA GALVIS

14 de marzo de 2010 12:00 AM

MAURICIO CABRERA GALVIS

14 de marzo de 2010 12:00 AM

“Trampa: Contravención disimulada de una ley, convenio o regla, o manera de eludirla con miras al provecho propio”. La definición del DRAE aplica perfectamente a las campañas de algunos partidos para las elecciones. En el pasado también hubo muchas trampas electorales, pero lo grave es que ahora fueron anunciadas, denunciadas y hasta prohibidas por las autoridades, y aún así se hacen con impunidad. Hay trampas grandes, como la de los políticos condenados por haber sido elegidos con votos de los paramilitares y que buscan reelegirse en cuerpo ajeno. O peor, la de los partidos como ADN o el PIN, creados desde La Picota para reciclarse con la bendición de la Casa de Nari, donde no les molestó que los herederos de delincuentes se proclamaran como el “uribismo de opinión”, o hicieran campaña como “el partido del Presidente”. O la trampa perfecta de los tránsfugas de Cambio Radical, partido que cuando el Presidente le quitó contratos y cuotas burocráticas por oponerse al referendo, cambiaron la Constitución para poderse voltear al partido de la U y seguir usufructuando el erario. Los dineros oscuros del PIN y los contratos oficiales alimentan los ríos de dinero de la campaña electoral denunciados por todos los observadores. Pero también hay trampas “menores”. No serán investigadas por la Corte Suprema como la parapolítica, ni se perderán investiduras o cancelarán partidos como ADN. Habrá una amonestación o, en el peor de los casos, una multa pequeña, y que por lo tanto se repiten impunemente. La trampa más notoria es la participación descarada de funcionarios públicos en las campañas políticas. El ejemplo viene de arriba. El presidente Uribe es el gran maestro de guiños, elogios e invitaciones sutiles para votar por sus ungidos. Qué tal su defensa de alias Uribito, frente a las críticas del gobierno norteamericano por la corrupción flagrante del AIS; o sus reuniones múltiples con Uribito y Santos para organizar la campaña electoral. Hasta el obsecuente Procurador pidió al Presidente no seguir participando en campañas políticas. El alumno más aventajado es el gobernador del Valle, quien no solo promovió el engendro de ADN y apoya a los candidatos del PIN, sino que fue pillado haciendo proselitismo a favor de Uribito con los alcaldes del Departamento. Más grave aún, según declaraciones del propio padre del Gobernador, divulgadas por varios medios, el apoyo al exministro de AIS se hizo por orden directa del presidente Uribe. Otra trampa generalizada es abusar de la publicidad política. Los candidatos ponen vallas y pasacalles sin permiso, hasta que se los tumben, o usan la imagen del Presidente de la República para hacerse propaganda. El Consejo Nacional Electoral le prohibió al partido de la U utilizar a Uribe en su campaña, so pena de multa. Pero es patético el desprecio por la ley de ciertos políticos. Después de prohibición tan explícita, Juan Manuel Santos siguió sacando cuñas radiales con el nombre de Uribe, y lo mismo hizo su copartidario Roy Barreras en periódicos. Es muy negativo el mensaje de quienes usan estos métodos para ser elegidos, pues muestran que los atajos sí sirven y que si la sanción no existe o es pequeña, se pueden hacer trampas. Y así actuarán si llegan a la Presidencia o al Congreso, lo cual es razón suficiente para no votar por ellos. macabrera99@hotmail.com

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