Dice una historia de Ráchale Dyer Montross que la última Navidad fue muy difícil para ella. Su familia y todos sus amigos cercanos se encontraban de regreso a la Florida y ella estaba sola en una California bastante fría. Ella tenía un doble turno en el mostrador de una compañía aérea. Eran cerca de las nueve de la noche de la víspera de Navidad y se sentía infeliz. Había pocas personas trabajando y muy pocos clientes que solicitaran sus servicios. Cuando le correspondió llamar a la persona que tenía el turno siguiente, notó al anciano más dulce que haya visto, apoyado en su bastón. Se aproximó muy lentamente al mostrador y con una voz muy débil le dijo que necesitaba viajar a Nueva Orleáns. Trató de explicarle que aquella noche no había más vuelos y que debía esperar hasta la mañana. Se veía confuso y preocupado. Ella intentó obtener más información; le preguntó si tenía una reservación o si recordaba cuándo debía viajar, pero con cada pregunta parecía más confundido. Se limitaba a repetir: “Ella me dijo que tenía que viajar a Nueva Orleáns”. Después de un largo rato pudo averiguar que el anciano había sido dejado por su cuñada en el andén, la víspera de Navidad y que le dijo que debía ir a esa ciudad donde encontraría parientes. Le dio algún dinero en efectivo y le dijo que entrara y comprara el boleto para viajar. Cuando le preguntó si podía regresar a la mañana siguiente, respondió que ella se había marchado y no tenía donde ir y luego dijo que aguardaría en el aeropuerto hasta la mañana siguiente. Lo que le estaba sucediendo al anciano le rompió el corazón a Ráchale y le recordó qué significa estar verdaderamente solo. De inmediato le dijo que arreglarían todo y el agente de servicio al cliente le ayudó a encontrar un hotel que pagó la compañía aérea y logró hacer reserva para el primer vuelo al día siguiente. Para entonces parecía muy cansado y cuando ella se aproximó a preguntarle si se encontraba bien vio que su pierna estaba envuelta en una venda. Había estado de pie todo el tiempo, sosteniendo una bolsa plástica llena de ropa. Ella solicitó una silla de ruedas y al ver que la venda estaba manchada de sangre y al preguntársele si se había herido, él contestó que ella había sido sometida a una cirugía cardíaca y que habían usado una de las arterias de la pierna de él, ¿pueden creerlo? Cuando salió, lo ayudó con su bastón y su ropa y le pidió al portero que lo condujera a esperar el bus que lo llevaría al hotel y cuando se inclinó para recordarle el itinerario el anciano dijo “Gracias” y rompió a llorar y ella también lloró. Cuando Michael regresó a expresar los agradecimientos a la supervisora, ella se limitó a sonreír y dijo: “Me fascinan estos cuentos. Él es tu hombre de Navidad”. Ojalá todos encontremos en esta Navidad a alguien para servirle y dar de sí sin pensar en recibir. PD: Sin ser político activo, me adhiero a la gente que quiere el progreso de Montería con ideas conservadoras y proyectos proactivos e innovadores, por eso adhiero públicamente a la candidatura de Nora García Burgos. Entraré en receso hasta 8 de enero de 2010 y bendigo a Dios para que nos bendiga y nos dé paz y prosperidad en el 2010. *Dermatólogo a_gomezagamez@hotmail.com www.clinicadelapieladolfogomez.com
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