El último debate de los candidatos a la Presidencia ratificó un postulado que fue soslayado durante la campaña, por temas puntuales propios de los aspectos defensivos. Se trata del necesario paso que debe dar Colombia para transitar de la Seguridad Democrática a la Gobernabilidad Democrática, sin que ello signifique olvidar la primera. Es un tema de gran trascendencia, porque el país una vez que ha saboreado nuevamente lo que significa la gobernabilidad, demanda ahora gobernanza, es decir, un proceso interactivo e integrador entre el Estado, la sociedad civil y las organizaciones empresariales, signado por una nueva ola aperturista de acuerdos comerciales internacionales, pero con el lastre de problemas no resueltos. En efecto, no podemos olvidar que pasamos de la ingobernabilidad a la gobernabilidad condicionada o soportada en el ejercicio militar, en medio de un conflicto que no se ha extirpado por no haber asumido la sociedad las acciones para resquebrajar sus causas. Siempre he sostenido que mientras la sociedad entera no el narcotráfico y la marginalidad alimentan el conflicto, y mientras no se involucre para cortar los impactos de ambos, el problema se mantendrá y continuará devorándose los recursos para superar la pobreza. Se trata de entender que lo que está en juego es mucho mayor. Regresar a la vieja concepción simple de administrar el Estado, mantener la descoordinación entre los diferentes poderes públicos y una institucionalidad política que no se enfoca en las soluciones de estos problemas sino en preservarse, junto con una sociedad de espaldas al conflicto, es un despropósito. Si bien la campaña electoral estuvo caracterizada por el compromiso de mantener el legado del Presidente Uribe de la Seguridad Democrática como elemento esencial para que Colombia pueda dar un paso adelante, no se registraron planteamientos en esa dirección. De ahí que los ganaderos reclamemos del Gobierno un compromiso serio para reconvertir al sector lechero habida cuenta del mal cierre de la negociación con la Unión Europea. Las condiciones para entrar en ese proceso de gobernanza estás dadas. Muchas instituciones del Estado se han ganado la confianza de la población. Nuestros militares por ejemplo, son hoy vistos con respeto y admiración; existen unas reglas para la inversión relativamente estables; hay un manejo prudente de las finanzas públicas, especialmente el relacionado con la deuda externa; y se tiene una autoridad monetaria que se ha hecho respetar aunque algunas veces no comulguemos con sus medidas. Si a lo anterior se suma una serie de signos positivos desde el punto de vista económico para el futuro del país, empezando por la esperada afluencia de inversión en el sector minero, pues el compromiso del nuevo gobernante con todos los actores, debe sellarse con la impronta de la seriedad y la responsabilidad de los agentes privados, estatales y sociales para la solución de los grandes problemas: la pobreza rural; la falta de empleo; la ausencia de responsabilidad social y ambiental del empresariado y del propio Estado en el campo, y por supuesto, temas trasversales como la educación y el fomento de la inversión y la tecnología, y al necesario posicionamiento que debe alcanzar Colombia en los mercados externos. También es el momento de normalizar las relaciones con los países vecinos. Hoy asistimos a una nueva etapa de la vida democrática. Suena el pitazo inicial de un nuevo partido para Colombia y el sector rural está jugando. *Presidente ejecutivo de Fedegán jflafaurie@yahoo.com
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