Columna


Un reto inesperado

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

21 de marzo de 2010 12:00 AM

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

21 de marzo de 2010 12:00 AM

No había razón para asombrarse por las votaciones aplastantes de los partidos de la U y conservador, porque son los dueños de las colombinas de la piñata burocrática y del chocolate con crema de la contratación administrativa. Tampoco la había para sorprenderse con el éxito menor, pero previsible, del fecundo PIN, otra fuerza con gruesas acciones en el activo variopinto del uribismo, cuyo jefe no conoció en ocho años el beneficio de inventario. Sin embargo, los resultados del domingo pasado habilitaron al conservatismo para competir por la copa presidencial. Puede dejar de ser, por tanto, asteroide de la Corona si sus caciques piensan esta vez en el poder como palenque al servicio de una idea, un programa o una concepción de la sociedad, sin renunciar al gobierno como máquina productora de prebendas, adeptos y otros rendimientos, en caso de que coronen el próximo 30 de mayo. Al conservatismo le cayó enfrente un reto que no avizoró y por consiguiente corre ahora, si no saca la casta, el riesgo de feriarse una oportunidad histórica, ya que la mentalidad provinciana de sus dirigentes regionales, titulares de intereses políticos individuales que condicionan la marcha de una directiva nacional inoperante, se asusta, por comodidad, con los rigores de una lucha que, bien librada, podría conducirlos derechito a la victoria. Ocasión propicia para que los vástagos políticos de Laureano Gómez y Mariano Ospina le concedan a una mujer de los quilates de su candidata el liderazgo que busca. Matar ese riesgo es el compromiso de Noemí Sanín, para lo cual tiene que exigirle al Congreso Conservador que la proclame una jefatura con plenos poderes y asumir su candidatura con la intención de vencer al candidato oficialista. Ese sería el verdadero dividendo del conservatismo por haber elegido y reelegido a Uribe, con su adhesión y sus votos, mientras alternó con aspirantes de otros partidos. Pero peleándolo. La señora Sanín sabe que la candidatura de Arias fue un torpedo de Uribe, Juan Manuel Santos y el partido de la U para atajarla y retener la controvertida herencia de la seguridad democrática. Si el conservatismo le reconoce la jefatura, en esas condiciones de independencia y libertad, Noemí tiene talento y visión suficientes para ponerle grandeza al momento y formalizar una competencia democrática que le rompa el espinazo a la polarización que se fomentó desde la Casa de Nariño, explotando la fibra emocional de los colombianos. Además, si ella clasifica para la segunda vuelta su proyecto no tiene cerrojos para otros partidos y grupos deseosos de jugar en coalición contra la U. Tiene el conservatismo una pista bien servida para regresar al poder sin complejo de minoría, unido y fortalecido, con la ventaja de haber ungido como personera suya a una mujer tenaz y firme, que se ganó su boleto en menos tiempo del que emplearon sus émulos en la campaña que disputan a muerte, hablando claro y duro, atacando y defendiéndose, sin alfiles clientelistas en su organización. Que alinie bien a sus caciques, eso sí, no sea que quieran mantenerse pegados como moscas a las colombinas de la piñata y al chocolate con crema de la contratación, creyendo más en Santos que en ella. Todo es posible en un país donde la política y la corrupción son hermanas siamesas. *Columnista y profesor universitario carvibus@yahoo.es

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