Columna


Una espera interminable

REDACCIÓN COLOMBIA

17 de agosto de 2010 12:00 AM

FADIA MORAD AMÍN

17 de agosto de 2010 12:00 AM

Siempre que pensamos en un viaje de placer o vacaciones, pensamos en los destinos que nos atraen. Creamos nuestra ruta racionalmente, pero al mismo tiempo tenemos fantasías. Pensar en el presupuesto es inevitable: ¿cuánto tengo disponible? Desafortunadamente este factor puede derrumbar la ilusión o quizá, siendo menos dramáticos, sólo se reducen los destinos para visitar y los días de permanencia. Antes no se pensaba en reducir el costo de un tiquete aéreo, sino en los destinos por descubrir. El mercado cambia, los consumidores exigen, las empresas deben adaptarse y esto mismo hace decidir los viajes de placer pensando en el valor del tiquete aéreo. ¿Cuándo será temporada baja? ¿Qué promoción tiene Avianca o Aerorepública? ¿Sera que Spirit Airlines o Aires están más económicas? La situación es más caótica cuando pensamos en la aerolínea; es decir: ¿qué destino está en promoción, en que aerolínea, en que fechas? Las aerolíneas deciden adonde llevarte en tus vacaciones. Es una realidad y muchas veces no nos damos cuenta. Puede suceder lo mismo si los paquetes “todo incluido” de hoteles de cadena están más económicos y no nos importa seguir ciertos parámetros con tal de tener unas buenas vacaciones a un costo asequible. Recapitulando un poco sobre la toma de la decisión de un viajero de placer, mi inquietud hoy es: ¿qué costo estamos dispuestos a pagar por viajar? ¿Quién decide adónde y en que nos transportamos? y lo más importante: ¿bajo qué condiciones?. No importa que los mega destinos brinden una ambientación cálida para los viajeros en nuevas instalaciones. Un viajero sólo piensa en llegar. Su viaje mental excluye la espera en el aeropuerto y es cada vez más común que al altoparlante informe “mal tiempo” o “fallas técnicas”. En cuanto a los viajeros de turismo de Congresos, Convenciones e Incentivos, como directora ejecutiva del Cartagena Convention Bureau, me preocupo. Viajan con el tiempo estricto y con la opción que la asociación correspondiente u organizadores del evento han determinado. Estos escogen el presupuesto de su hotel, están dispuestos a pagar la inscripción a su evento, pero la ruta no la podrán elegir. Pueden jugar con diferentes aerolíneas, pero las millas por recorrer son las mismas, es decir, el valor del tiquete no varía mucho. Para el turista de negocios es un desastre. Si nuestro cliente es conferencista, quedará mal ante una audiencia; si es participante, perderá la introducción o quizá su primer día de congreso. Para el turista vacacional, esta situación se vuelve en un trago amargo. Es un desafortunado inicio o fin de una experiencia de vida, porque en turismo esa es nuestra promesa de valor: vendemos experiencias de vida. Un dato curioso, o más bien preocupante de la Aeronáutica Civil sobre demoras en vuelos: en mayo de este año, Aires, la nueva aerolínea de bajo costo, tuvo demoras en 2.959 vuelos, seguida por Avianca, con demoras en 1.182. ¿Será que ahora, con la guerra de tarifas bajas, los consumidores pagarán un alto costo en el servicio? ¿Quién debe cambiar de pensamiento? ¿Quién debe adaptarse, las aerolíneas o los consumidores? Es una pregunta que pareciera tener una respuesta sencilla: el cliente siempre tiene la razón, pero ante el “mal tiempo”…; ¿qué hacemos? *Directora Ejecutiva Cartagena de Indias Convention Bureau direccion@cartagenaconventionbureau.com

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