Columna


Una piedra en el camino

JAIME ALBERTO RESTREPO CARVAJAL

08 de noviembre de 2009 12:00 AM

JAIME ALBERTO RESTREPO CARVAJAL

08 de noviembre de 2009 12:00 AM

Los juicios fundados en acusaciones de paras, guerrilleros, mafiosos o funcionarios corruptos, a cambio de beneficios, han degenerado la magnificencia de la justicia colombiana. Muestra palpable es el caso del contralmirante (injustamente retirado) Gabriel Arango Bacci y sus dos años de calvario, en un “falso positivo penal”. Su juicio lució siempre montado en pruebas dudosas: las acusaciones temerarias de hampones, respaldadas con supuestos recibos de pago por unas cartas de navegación y el traslado de una corbeta para facilitar el narcotráfico (habría sido el “culpable” más torpe de la historia por dejar recibos con firma y huella digital). Estas pruebas fueron reforzadas con declaraciones del Almirante Guillermo Barrera y el Vicealmirante Álvaro Echandía, que juraron haber visto varios de esos recibos (extrañamente solo uno llegó a la Corte Suprema). Es fácil deducir los móviles del hampa (desprestigiar al acusado) pero no de los declarantes bajo juramento, dada su alta investidura. No todas las acusaciones de delincuentes son temerarias: Santofimio podrá argumentar, con razón, que su acusador, Popeye, era un sicario embustero de Pablo Escobar, pero no desmentir que el capo era su amigo íntimo y copartidario; y que ambos tenían ambiciones de poder a toda costa, así tuvieran que eliminar una piedra en el camino: Luis Carlos Galán. Arango Bacci, con una vida militar, social y familiar ejemplar, y un desempeño gerencial eficaz (demostrado en los Juegos Centroamericanos y del Caribe), se ganó el reconocimiento nacional y del Presidente Uribe. Estos atributos, sumados a su porte y credibilidad, lo convirtieron en un candidato claro para llegar a la alta cúpula militar, que en todas partes es rígida y controlada. La enorme confianza ciudadana hacia las fuerzas militares podría minarse si no se desmienten las conclusiones de la Fiscalía y la Procuraduría, y toma fuerza la tesis, ampliamente difundida esta semana, que el acusado era una “piedra en el camino” para altos rangos en la Armada, o chismes tan frívolos como una venganza tardía por devaneos amorosos de Arango Bacci en sus épocas de juventud como cadete, con la “novia” de un exministro (foros del lector en El Universal, El Tiempo y El Espectador). Si es declarado inocente por la Corte, como pidió la Fiscalía, el caso quedará cerrado para el acusado, pero seguirá abierto para los acusadores. Más aún, tras la aseveración del Fiscal Delegado, Jesús Antonio Marín: “me generan muchas dudas, honorables magistrados, las declaraciones que nos rindieron bajo juramento los señores Almirantes Barrera y Echandía”. Y de Jaime Granados, abogado del acusado: “pediré a los magistrados que se investigue a los oficiales que tomaron parte contra mi defendido”. Con ellos, coincidió la Procuraduría. La misma gallardía que mantuvo Arango Bacci, deberán ahora tener los altos rangos de la Armada para despejar las dudas del supuesto montaje para frenar la carrera militar arrolladora de un contralmirante joven que se interponía en el camino. El Almirante Barrera es un hombre respetado en la Armada y la sociedad por sus valores humanos; él y los demás altos oficiales involucrados no pueden dejarnos este “tufillo” en el ambiente. De ser cierta la tesis del complot, no había que eliminar a Arango Bacci, como a Galán, sino empapelarlo en un juicio temerario. Y, si es declarado inocente, calcularon muy mal sus urdidores, porque el contralmirante tendrá todo el derecho de regresar a la Institución para recuperar su honra y aspirar a un ascenso merecido. *Ing. Civil y MBA, Directivo Empresarial restrepojaimea@gmail.com

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