Columna


Unasur: misión imposible

RUDOLF HOMMES

20 de septiembre de 2009 12:00 AM

RUDOLF HOMMES

20 de septiembre de 2009 12:00 AM

Brasil y Venezuela, parecen estar aliados en este momento en contra de Colombia, no porque persigan un objetivo común en el largo plazo, sino porque aspirando a dos cosas distintas y posiblemente incompatibles, no les interesa que en América del Sur haya presencia militar de los Estados Unidos. Esa presencia no encaja con los objetivos de ambos países y por eso se juntan para oponerse a que Colombia admita operaciones militares de Estados Unidos en su territorio. Los dos están en UNASUR con el propósito de ejercer un grado de hegemonía económica, política y hasta militar en el continente. Brasil debe estar pensando en una pax brasileña para América del Sur y Chávez no esconde su propósito de unificar los antiguos países bolivarianos y someterlos al modelo socialista que ha ido imponiendo en Venezuela, que últimamente ha adquirido alarmantes características nacional –socialistas. Brasil está pasando por un momento muy interesante de su historia pues está ingresando a las ligas mayores: Figura con Rusia, India y China en el grupo de los países que podrían convertirse en las potencias dominantes de sus regiones. De hecho, Rusia lo ha sido durante siglos y está en ese grupo porque ha sufrido un retroceso temporal. China e India ya son potencias militares y países aceptados en el club atómico. El que menos pesa en ese grupo BRIC es Brasil y ahora está preparándose para hacerse sentir y se está armando, como todo país que se propone tener influencia, para aumentar la capacidad y el alcance de su intervención. La situación de Brasil en este momento no es disímil de la de Estados Unidos a principios del siglo XX cuando le arrebató a España sus colonias, saboteó la inversión francesa en el Istmo, desbarató el bloqueo naval de Alemania a los puertos venezolanos, reafirmó la doctrina de Monroe, intervino descaradamente en México y Centro América, y se tomó a Panamá en la transición entre potencia menor y gran potencia. Brasil está en eso, quizás con una cara más amable. No quiere otras potencias dentro del que aspira tener como su campo de acción. Y la unión bolivariana que persigue Chávez, con Venezuela a la cabeza, nunca podrá serlo si Colombia permanece aliada a Estados Unidos. A esto hay que añadirle que en Venezuela, aún cuando gobernaban amigos cercanos de Colombia, subsistía un nivel alto de recelo de nuestro país. Colombia no tiene ambiciones geopolíticas explícitas; hasta ahora ha defendido su territorio acudiendo a la diplomacia y solamente una vez, en más de cien años, con las armas. Nuestro jefe de estado no ha mostrado interés en la geopolítica, a pesar de que esas proclividades son propias de líderes autocráticos nacionalistas. Lo que sucedió con el ataque al campamento de Raul Reyes y con las capturas de miembros de la guerrilla colombiana en territorio de otros países, a pesar de ser claramente violatorio de las reglas internacionales vigentes y de haber roto la tradición legalista de Colombia en política internacional, puede entenderse como reacción, ojalá puntual a la percepción o sospecha de complicidad o excesiva tolerancia de los gobiernos vecinos con la guerrilla, más que como una agresión. Si Chávez no da señales de querer mejorar las relaciones y si Brasil sigue mostrando el cobre después de haber dejado ver su juego, el gobierno de Uribe no va a ceder a las pretensiones de esos países. Con tres de los principales miembros de UNASUR persiguiendo objetivos irreconciliables, esa organización solamente tiene futuro como sitio para ir a hablar, sin posibilidad de llegar a acuerdos. Y la región seguirá sufriendo las consecuencias económicas del desacuerdo. rhommesr@hotmail.com

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