Se decretó una especie de emergencia en la campaña Santos. El candidato resolvió darle un viraje, el cual, para muchos de sus simpatizantes era necesario, pues más parecía una campaña diseñada por militares que una de estructura democrática amplia y acogedora. Una campaña política, por supuesto, tiene que manejarse dentro de otros parámetros, y, a mi manera de ver, las razones del viraje no solamente se basaron en la distorsión que había sufrido la imagen del candidato, sino en el aislamiento a que había sido sometido, hasta hacerlo invisible a los ojos de los seguidores que tocaban a las puertas de su sede. Que el viraje sea para bien, es lo que le deseamos al doctor Santos. Pero más allá de las medidas mediáticas de emergencia para recuperar franjas de opinión que se hayan podido desplazar al Partido Verde, lo cual constituye un ejercicio democrático interesante, debemos llamar la atención sobre el deber político de los congresistas elegidos por el Partido de la U –el partido de Santos-, de acompañarlo con la misma energía que pusieron para hacerse elegir como senadores y representantes. En estos días, releyendo la biografía de Stephen J. Randall (Villegas Editores) sobre la vida y obra del ex presidente Alfonso López Michelsen y en la cual aparezco en una foto, en compañía de los dirigentes Alfonso Palacio Rudas (q.e.p.d.) y Bernardo Gaitán Mahecha, inscribiendo la candidatura del doctor López en la Registraduría (año de 1982), trae el biógrafo a cuento el episodio frustrante, en cuanto al resultado de las elecciones presidenciales en la Costa Caribe, donde se suponía que tenía el doctor López su principal fortaleza política (las elecciones al Congreso, dos meses antes habían sido ganadas ampliamente por el Liberalismo en esa región), pero, donde, sin embargo, tuvo nuestro candidato presidencial una votación precaria –inimaginable- dentro del Liberalismo, aquel 30 de mayo, día de las elecciones. Como lo observa Randall en su libro: “En la región del Atlántico, sólo Córdoba arrojó unos resultados que parecían concordar con el grado de apoyo obtenido en las elecciones para el Congreso”. Debo recordar que con mi hermano Libardo (q.e.p.d), logramos mantener la mística liberal en ese departamento, mientras otros líderes regionales se “echaron a las petacas”, como suele decirse en la Costa Caribe de las personas que sufren del mal de la flojera; mal que conduce a la irresponsabilidad política, con la cual se afecta la vida de los partidos y, casi siempre, de manera irremediable. “¿Qué se hicieron los votos de la Costa?”, preguntó el ex presidente López al examinar los guarismos electorales en las elecciones presidenciales en que finalmente ganó el doctor Belisario Betancur. Santos, cuyo Partido –el de la U-, tuvo votación importante en la región Caribe, está expuesto a repetir la exclamación del ex presidente López. ¿Servirá esta advertencia? ¿La tendrán en cuenta en la campaña Santos? No me digan de allá que debo esperar la respuesta de J. J. Rendón. *Ex congresista, ex ministro, ex embajador. edmundolopezg@hotmail.com
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