Columna


Vote pensando en el campo

JOSÉ FÉLIX LAFAURIE RIVERA

30 de mayo de 2010 12:00 AM

JOSÉ FÉLIX LAFAURIE RIVERA

30 de mayo de 2010 12:00 AM

Al terminar una de las más breves, pero apasionantes campañas electorales, elegiremos al nuevo mandatario, motivados muy de lejos por tradiciones partidistas. Democracia, ideología, preferencias programáticas y una exaltación política renovada, llevarán el fervor a las urnas y a romper la abstención. La mayoría elegirá quizá en esta primera vuelta y se adoptarán las políticas públicas del siguiente cuatrienio, decisivas para nuestro desarrollo humano y destino económico y social. El próximo Presidente enfrentará una coyuntura dura en algunos frentes, con poco margen de maniobra. Hay turbulencia financiera internacional e interés renovado en el campo, en busca de salidas a problemas alimentarios, energéticos y ambientales. En el país está una agenda de inversión en ciernes, un crecimiento económico jalonado por sectores que demandan menos empleo, con un desempleo del 11,8% y graves dictámenes en pobreza, inequidad, salud, pensiones y fisco. Particularmente crítica es la situación rural. Seguimos ante el modelo fracasado de los últimos 25 años; está mermada la generación de riqueza agropecuaria, responsable de mantener más del 80% de los hogares de la periferia. Esto ayuda a explicar por qué la pobreza no disminuye e inclusive, aumenta. Mientras que entre 2001 y 2005 el crecimiento del rubro agropecuario fue del 13,3%, entre 2006 y 2009 apenas llegó al 7,7%. Ha sido un crecimiento anti pobre y anti rural, ya que los esfuerzos en equidad se deben concentrar en el campo, que aglutina al 64,3% de las personas que malviven con $9.000 diarios, de los cuales 29,1% es indigente. Son 10,5 millones de habitantes, o un poco más de 2,6 millones de hogares. Es desconsolador, en una zona con 11,1 millones de moradores, cuyos indicadores han sido casi inamovibles desde 2002. En 2009 la tasa de pobreza en el campo estuvo 24,7% por encima de la de las cabeceras y a 18,8% de la nacional. Ha sido un crecimiento anti-agropecuario que se niega sistemáticamente a reconocer que los efectos redistributivos de la actividad son inmensamente superiores a los que genera la minería, hoy la gran vedette de la inversión. En el periodo 2005-2009, el agro contribuyó al crecimiento del PIB rural en un 63,8%. El porcentaje restante lo explicó el rubro de minas y canteras. Mientras el sector agropecuario genera aproximadamente 18% del empleo total, el de minas llega al 1%. El agro está muy por encima inclusive de los sectores urbanos como la industria, el transporte, la construcción o los establecimientos financieros, muchos de ellos con una concentración alta de riqueza. El hecho relevante en esta coyuntura apretada es que de las seis opciones presidenciales, ninguna da respuesta integral al manejo del campo, a la necesidad urgente de dinamizarlo, en pos de las nuevas realidades que afrontará, de cara a su maltrecha competitividad. Quien asuma nuestros destinos, debe saber que necesitamos cambiarle la cara al campo. Ello debe pasar por el reordenamiento y transformación territorial y productiva, y por saldar el conflicto del uso de la tierra, con miras a un desarrollo económico regional y nacional más equitativo, robusto, sustentable y competitivo. Hoy el campo está como está y por eso hay que votar pensando en el campo. *Presidente Ejecutivo de FEDEGÁN jflafaurie@yahoo.com

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