Columna


¡Qué Honduras!

AP

09 de julio de 2009 12:00 AM

CRISTO GARCÍA TAPIA

09 de julio de 2009 12:00 AM

Desde tiempos remotos le sobrevienen a Honduras dificultades y sobresaltos que van signándola y conformándola en su particular fisonomía, con decir que fue Cristóbal Colon en sus periplos por estas Indias Occidentales quien dio en bautizarla con el tal nombre de Honduras. Y todo, porque fondear en sus costas le valió al genovés Dios y ayuda y cuanto percance es de imaginar causaban las tormentas y vientos contrariados, que a su paso por aquellos dominios azotaban el territorio que hoy configura fisiográficamente la república centroamericana. Antes y después de la aventura conquistadora y exterminadora iniciada por Colon, al igual que en los siglos XIX y XX, y ahora en el XXI, bien puede escribirse que Honduras sigue dando qué decir y predicar sobre su estado patológico convulsivo como nación que no logra cimentar sobre bases sólidas su institucionalidad y el carácter civilista y democrático de sus instituciones. Cuando no es el banano la fruta de la discordia, son los conatos de reformas sociales los que levantan los vientos de la inestabilidad interna y provocan tormentas que, a diferencia de las que impedían a Colon fondear en las costas de Honduras, es a la democracia, la institucionalidad y la gobernabilidad, a las que impide tocar fondo en aquel país. Y así, de tempestad en tempestad, llega hoy Honduras a la instauración de un gobierno de facto que desafía la legitimidad y la legalidad de un sistema que poco a poco había tomado forma y se encaminaba por la senda de la autonomía y propugnaba por el desarrollo del país centroamericano desde la perspectiva de una democracia pluralista, participativa y comprometida con el componente básico de las reformas sociales que dieran en mejorar las condiciones de vida de su población. E igual que en tiempos en los que el banano era el sumo sacerdote del poder, daba golpes militares, quitaba y ponía presidentes, legislaba, imponía la política exterior, provocaba conflictos y guerras civiles, hoy Honduras vuelve a ese estado de confusión y caos provocado por fuerzas y poderosos intereses que no aceptan ni toleran formas distintas de gobierno a las derivadas de la fuerza y el autocratismo. Y otra vez, como si el fantasma de la United Fruit Co. hubiese encarnado en los actores del golpe a Zelaya, vuelve Honduras a encontrarse a las puertas de la guerra civil, de las tormentas de la discordia nacional. Sin puerto seguro donde fondear su institucionalidad y legitimidad como nación soberana y autónoma, va al vaivén de vientos con velocidad de crucero que pueden dar en lanzarla por el despeñadero de su disolución. O de su intervención por potencia extranjera, pues no son tan ocultos, por razones geopolíticas, los intereses que se mueven en esa dirección. Y como en Honduras siempre se puede y el golpe de mano, manu militari, está a la orden del día para dirimir sus conflictos políticos, y los económicos y sociales, nada es de extrañar que vuelvan aquellos tiempos de la banana republic. Y hasta los marines desembarquen en Honduras. Otra vez. *Poeta, escritor y periodista. elversionista@yahoo.es

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