Columna


¡Rajados en economía básica!

JOSÉ FÉLIX LAFAURIE RIVERA

04 de julio de 2010 12:00 AM

JOSÉ FÉLIX LAFAURIE RIVERA

04 de julio de 2010 12:00 AM

Hay lecciones de economía que no se pueden desestimar, como que las leyes del libre mercado establecen que el precio de un producto resulta del equilibrio de la oferta y de la demanda. En Colombia y particularmente en la cadena cárnica, no queremos aprender la lección. Así se explica la caída estrepitosa de la economía ganadera. Con relación al primer trimestre de 2009, en el 2010 el los bovinos sacrificados cayeron 16% y el precio del novillo gordo 18%, disminución que explica buena parte de la caída del PIB sectorial (la participación de la ganadería de carne supera el 10% del total sectorial). Justo antes del cierre del mercado venezolano en junio, se sacrificaban unas 340.000 cabezas por mes. La quinta parte iba a Venezuela, con operaciones por 540 millones de dólares en el primer semestre de 2009, equivalentes al 25% del total exportado en aquel entonces. Si la tendencia se hubiera conservado, superaríamos la barrera de los 1.000 millones de dólares, pero tales operaciones eran posibles sólo a través de subsidios cambiarios jugosos de origen venezolano. Y más grave aún, fueron contra el consumo interno, caído por debajo de los 18 kg, un 60% de la meta que nos fijamos para el 2019 en el Plan Estratégico de la Ganadería Colombiana. Cerrado el mercado del país vecino, la solución, aunque difícil, era obvia: ajustando los precios al consumidor proporcional a la caída en finca, el mercado doméstico, aun con menor demanda, habría absorbido el exceso de oferta rápidamente, equilibrando la oferta y la demanda interna, como antes de la mencionada bonanza. A pesar de las denuncias de Fedegán, los intermediarios no le hicieron el favor al resto de la cadena, ni transmitieron la caída del precio de la materia prima al consumidor. En la tertulia de Presidencia en septiembre de 2009, y así lo recomendó el Presidente, se habló de un CONPES con equilibrios más justos, transparentes y oportunos en la cadena cárnica. Nada se hizo, y ocho meses hay consecuencias. Y las habrá, a no ser que se establezcan medidas, aunque no tengan efecto en el corto plazo por el rezago de la economía. Lo que no se hizo ya tuvo efecto, y lo que no se haga lo seguirá teniendo en los próximos meses. Urge promover la transparencia y la formalización del mercado de la carne de res en Colombia. ¿Qué propusimos? Cumplir las normas. El Gobierno, en el marco de los CONPES sanitarios, emitió Decretos que no se cumplen, con las consecuencias que vemos. Sugerimos también promover el bienestar del consumidor mediante la publicación periódica de precios de cortes de referencia en puntos estratégicos de los centros de consumo, para decidir mejor las compras de carne de res. Suscribimos con Ariel Armel, presidente de la Confederación Colombiana de Consumidores, una carta en ese sentido. Nada se ha hecho tampoco. En el mercado bogotano, con poco menos de la mitad del consumo de las nueve principales ciudades, menos del 15% de la carne de res se comercializa en supermercados, grandes superficies y establecimientos que cumplen las normas y garantizan la inocuidad del producto. Lo demás es pura y dura informalidad e intermediación, flagelos de la cadena cárnica contra los eslabones más frágiles: sus dos extremos, consumidores y productores. ¿Qué más debe pasar para aprender la lección? *Presidente Ejecutivo de FEDEGÁN jflafaurie@yahoo.com

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