Es eso, y pena ajena, lo que causa la precaria votación obtenida por el liberalismo el domingo pasado. Lo alcancé a decir en un medio nacional dos días antes, “si el candidato del liberalismo sale escogido con menos de 800 mil votos, le va quedar difícil negociar hasta una vicepresidencia”, y así fue, el candidato Rafael Pardo, muy a pesar de él y sus cualidades no alcanzó su propia votación como precandidato en marzo del 2006. Lo más curioso es que hoy, martes 29, no se ha escuchado a la dirigencia del liberalismo, su Director, César Gaviria, y su Secretario General, José Noé Ríos, pronunciarse al respecto y presentar, como atañe entre caballeros, sus respectivas renuncias. Anunciaron una campaña distinta, anunciaron neutralidad, aseguraron 2 millones de votos, y hoy a pesar de tan estruendoso fracaso (estruendoso y reiterado, pues la dirección no ha dado para ganar una), en vez de la gallardía de propiciar, enfrentar y resistir el juicio de responsabilidad que corresponde, por el contrario se escuchan excusas soterradas, que fue por, que pasó que, que fulano hizo esto…;, en fin, excusas. Un año atrás escribí aquí en El Universal, previendo esto con más que tiempo para haber rectificado, que: “La responsabilidad en la política hacía parte de esa tan evocada galantería. Si un personaje público, cualquiera y en la instancia que fuera, se equivocaba en su proceder o en sus orientaciones, o si no mostraba resultados a pesar del empeño que le colocara a una tarea, renunciaba. “No salía a excusarse, ni mucho menos con demagogia alguna a tergiversar lo obvio para quedarse. La gente le reconocía su esfuerzo, y hasta uno que otro le pedía que se quedara, pero él, con esa dignidad que hoy tanta falta hace, se hacía a un lado para dar paso a nuevos aires. Y terminé anotando, en esa columna: “(…;) Es necesario que la actual dirigencia del liberalismo dé un paso a un lado, posponga la escogencia del candidato, y convoque al Congreso Nacional Liberal, para que él como máxima instancia del liberalismo pueda replantear su posición frente al Gobierno y reorientar su accionar político”. Vergüenza…;o sinvergüenzas. ¿Cómo es posible que maltraten con sus actitudes y manejos a una institución de 160 años, hasta llevarla al punto de causar entre la gente, a la que está llamada a servir, sentimientos de indiferencia y hasta de disgusto, y que no pase nada, que no se acepte que el propio desgaste está afectado la institución? De José Noé Ríos, Secretario General del liberalismo, no me extraña. Como lo anoté en una columna después de los tristes resultados de las últimas elecciones locales (2007, ¿cuánto tiempo más necesitan?), era necesario menos hambre, más política. Púes el hambre le pudo más. Pero de César Gaviria, sí me extraña y confunde. Él, que es un experto en el manejo de los tiempos, sabe que en momentos así hay que dar un paso al lado, que eso no lo descalifica, pues “hasta al mejor panadero se le quema el pan”, me decía Horacio Serpa alguna vez, pero sí la porfía y la terquedad. "Nadie puede prometerle al país lo que no es capaz de hacer al interior de su propia organización", dijo alguna vez Luis Carlos Galán. Esperamos actos de gallardía y responsabilidad. *Abogado y Analista Político bfzr_14@hotmail.com
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