Alvin Toffler, en su visión futurista, “El shock del futuro”, no intuyó que en la globalización se alcanzaría el progreso que hoy experimenta la humanidad: en la ciencia, la medicina, la tecnología, la cultura; así como el acelerado crecimiento en las comunicaciones y en los medios. Por tanto, es menester destacar que la radio, la televisión y la telefonía permiten la interrelación de los seres humanos en cualquier lugar del planeta. Los avances son de tal magnitud que el almacenamiento de los mismos en el cerebro aun de las gentes más cultas, no es un proceso fácil. Indudablemente que tales aportes de todo tipo aumentan las estadísticas, aun cuando finalmente pueden o no incidir en el acervo cultural del hombre como elemento fundamental de la especie humana. Para Toffler, “la percepción del tiempo por parte del hombre está relacionada con sus ritmos internos, pero sus reacciones al tiempo están culturalmente condicionadas. Desde niño se nos infunden ciertas perspectivas en cuanto a la duración de acontecimientos, procesos o relaciones. En el comportamiento adulto todo lo que hacemos se funda en presunciones de duración. Y afirma que el fracaso en captar este principio se debe a la incompetencia educativa y psicológica”. Pero si bien es cierto que existe un balance positivo no es menos evidente que, lamentablemente, también se aumentó la brecha en las diferencias culturales. La globalización es asimétrica y por tanto existe una franja de seres que permanecen ajenos a los avances y el progreso por carecer de las herramientas básicas para lograrlo. En cuanto a los medios de comunicación es fácil comprobar que las noticias originadas en cualquier lugar de la tierra o en el mismo entorno de cada país, crea una burbuja que silencia ciertos hechos relevantes. Es algo así como el estallido de un estruendo silencioso. Los medios exageran algunos acontecimientos que distraen la atención de las gentes. Así ocurrió recientemente con la noticia del terremoto en Chile, tragedia que conmovió al mundo y a los colombianos que tenemos especial afecto por la tierra de Pablo Neruda, Gabriela Mistral y por el envidiable criterio cívico de sus gentes y de sus partidos políticos. Tal hecho minimizó en Colombia la euforia de los colombianos por la trascendental sentencia de la Corte Constitucional que declaró inexequible el referendo reeleccionista. A posteriori, y a pesar de ello, después de la decisión de la Corte, ese acontecimiento sirvió para disipar el temor que se percibía en las instituciones sobre las cuales descansa el Estado de Derecho. Instituciones que aparecían frenadas, sin dinámica, sin atreverse a cumplir y actuar contra las tropelías, delitos y corruptelas en el Gobierno. Por el contrario, hoy los jueces investigan a los acusados por las chuzadas, los falsos positivos, la repartición de prebendas en las esferas del Gobierno; amén de investigar al funcionario público que no cumple con la misión que le encomienda la Constitución. COLETILLA. Para que ese clima sea definitivo es imperioso evitar el “continuismo en la Casa de Nariño, eligiendo la mejor opción y no la improvisación. *Médico Cardiólogo. Ex Director de El Universal. Académico de Número de la Academia Nacional de Medicina, de la de Cartagena y de la de Historia. MOROND@telecom.com.co
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