Columna


¿De dónde vienen los dólares?

MAURICIO CABRERA GALVIS

22 de agosto de 2010 12:00 AM

MAURICIO CABRERA GALVIS

22 de agosto de 2010 12:00 AM

El precio del dólar, como el de cualquier mercancía en el mercado, sigue una ley económica simple pero difícil de derogar: si hay más oferta que demanda, el precio, es decir la tasa de cambio, bajará, y en caso contrario subirá. En el mercado cambiario –más complejo y sofisticado- el precio no depende solo de la oferta y demanda actual, sino de la futura, es decir, de las expectativas. Las dos causas se retroalimentan. Si se espera abundancia de dólares futuros y, por lo tanto, que su precio bajará aún más, entonces es buen negocio endeudarse afuera, traer los dólares y venderlos ahora para recomprarlos más baratos dentro de un tiempo. Así, las expectativas sobre la oferta futura de dólares hacen que aumente la oferta de hoy, lo que se denomina una “profecía que se autorealiza”. Si el peso colombiano es la moneda más revaluada del mundo y la tasa de cambio cayó a casi $1,800 por dólar, el mismo precio de junio de 1999, es porque hay un exceso de oferta de dólares y/o porque los agentes del mercado esperan que en el futuro la haya. La ley de oferta y demanda no se deroga por decreto, pero las autoridades sí pueden intervenir en el mercado y evitar la revaluación que quiebra a los productores nacionales. Primero porque tienen instrumentos efectivos para disminuir la oferta y aumentar la demanda, y segundo porque al mostrar su decisión política de hacerlo, modifican las expectativas de los especuladores. La efectividad de la intervención oficial depende de la claridad del diagnóstico del exceso de oferta, es decir, entender de dónde vienen los dólares que inundan el mercado. Para ello es útil la balanza cambiaria que publica el Banco de la República con ingresos y egresos efectivos de dólares a Colombia. El exceso del dólares no viene del comercio exterior; más aún, a pesar de la supuesta bonanza petrolera y minera, el saldo de las exportaciones e importaciones de bienes y servicios es cada vez más negativo, pues en 7 meses del año pasado teníamos un déficit de 3.200 millones de dólares y este año el déficit aumentó hasta 5.900 millones de dólares. La razón es que los ingresos de exportaciones solo crecen 1,8%, mientras las importaciones crecen 16%. Por eso sería absurdo aumentar la demanda de dólares reduciendo aranceles, para que crezcan más las importaciones. La abundancia de dólares se explica por los ingresos de capital, aumentado en 3.900 millones de dólares con respecto a 2009. El gobierno sigue trayendo muchos dólares, casi 4.000 millones, pero hay que reconocer que son 200 millones menos que el año pasado. Son los agentes privados los responsables de la mayor oferta. La inversión extranjera de largo plazo representa menos del 20% del incremento de ingresos, mientras que los ingresos de capitales de corto plazo y por créditos son la causa principal. La inversión de portafolio aumentó 700 millones y los créditos en moneda extranjera de los bancos muestran un incremento neto de 2.400 millones con respecto al año pasado; ambos comportamientos son lógicos, pues las tasas de interés domésticas son más altas que las internacionales. Si es tan fácil identificar de dónde vienen los dólares, es difícil entender por qué el Gobierno y el Banco de la República no toman pronto las medidas que desestimulen los flujos de capitales de corto plazo.

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