Tenemos que aceptar que únicamente hemos visto la propaganda de las telenovelas, que pasan por los canales de la televisión nacional, todas ellas dedicadas a destacar e inclusive a resaltar el tema del narcotráfico y las mafias en Colombia, sin que existan mecanismos de control contra esa proliferación. Las cadenas televisivas compiten entre sí por el detestable “rating” y presentan esos episodios, que infiero deben ser truculentos y a la vez sirven de ejemplo nocivo a una teleaudiencia cautiva, en un país con una población constituida en su mayoría por personas de mediana o ninguna preparación cultural. No se requiere ser sociólogo, psicólogo o estudioso de las ciencias sociales, para saber el efecto negativo y deformador que esas historias de mafiosos reales o ficticios tienen en la vasta audiencia, que algunos tratarán de imitar las actividades que allí se presentan como estímulos para sus vidas. Debemos concluir que estamos ante una desembozada “apología al delito”. ¿Y por qué se permite esto? ¿Qué hace el Ministerio de Educación o los organismos que deben vigilar la calidad y ética de los programas que se emiten por esas cadenas? La disímil sociedad colombiana con características ancestrales distintas, no sólo ha tenido que padecer en su tejido social a los peores criminales, los reales, desde la época de Pablo Escobar y sus carteles, sino que ahora también tiene que soportar los virtuales, gracias a unos autores de telenovelas, explotadores comerciales que envían mensajes delincuenciales a la teleaudiencia cautiva. Las gentes que ven telenovelas con contenidos nada edificantes por ausencia de control del Gobierno son las víctimas propiciatorias de esos apologistas del delito. A manera de anécdota, recuerdo que en un viaje al exterior, me acerque a la librería del aeropuerto y compré un libro: "Rosario Tijeras”. Durante el vuelo comencé a leerlo y en las primeras páginas la protagonista estaba en una sala de un cine en Medellín, y fomentaba con sus compañeros de pandilla tal desorden, que no permitía escuchar a los demás cineastas la proyección. Un joven le llamó la atención, y la llamada "Rosario Tijeras" rápidamente sacó de entre sus ropas unas tijeras y allí mismo asesinó sin compasión al joven. Inmediatamente suspendí la lectura de aquel asqueroso panfleto y gracias a que íbamos a treinta mil pies de altura no lo lancé a la basura. Posteriormente y para sorpresa nuestra a “Rosario Tijeras” los críticos le hicieron exagerada propaganda en el país, así como se la hacen ahora a todas esas nada edificantes series televisivas. Es menester resaltar que ya llevamos más de treinta años sumergidos en esta literatura de alcantarilla tanto escrita como televisada. ¿Hasta cuando el Gobierno y sus organismos culturales van a permitir esa estupidización antiética en la televisión? NOTÍCULA.- AGRO INGRESO SEGURO. A la extensa lista de corrupción de estos últimos años, agregamos ahora la que ocurrió con AIS (subsidios no reembolsables) aupado por el Gobierno nacional y sus ministros de Agricultura para sus benefactores en las elecciones y el referendo. Estos funcionarios y exfuncionarios deben pagar por el delito. Que no salgan diciendo ahora y el Procurador lo avale, que se trata de corrupción en los mandos medios. *Médico Cardiólogo. Ex Director de El Universal. Académico de Número de la Academia Nacional de Medicina, de la de Cartagena y de la de Historia. morond@telecom.com.co
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