Columna


¿La paranoia chavista?

JOSÉ E. MOSQUERA

12 de noviembre de 2009 12:00 AM

JOSÉ E. MOSQUERA

12 de noviembre de 2009 12:00 AM

Más allá de los insultos y la amenaza de guerra del presidente venezolano Hugo Chávez, en contra de Colombia, cuyo gobierno califica de “enemigo” de su delirante “revolución bolivariana”, en el fondo lo que existe es una realidad política inocultable en Venezuela: la pérdida de legitimidad del régimen chavista, producto de los desaciertos de sus políticas económicas que han generado una crisis interna galopante. Crisis que obedece a los desastrosos resultados de una década de improvisaciones en el manejo macroeconómico del país, que se han convertido en las peores amenazas para la supervivencia de una autocracia que esta atrapada en su propio laberinto de equivocaciones. Por eso, tanto los gobiernos de Colombia y de Estados Unidos se han convertido en fichas claves del siniestro plan geopolítico de sostenimiento de Chávez. Por consiguiente, el acuerdo militar lo ha convertido un elemento estructural de un perverso plan político y militarista que algunos llaman paranoia chavista, pero detrás de los improperios se esconde una estrategia política oscura que busca exacerbar el nacionalismo para frenar su descenso y cohesionar sus fuerzas políticas de cara a las próximas elecciones. Comoquiera que más del 60% de los venezolanos creen que el principal problema del país es la inseguridad, la estrategia del chavismo es hacer creer a la opinión pública venezolana que la ola de inseguridad es consecuencia de un plan de desestabilización direccionado por Estados Unidos desde Colombia. La ruptura de relaciones y las restricciones comerciales hacen parte de esa estrategia infame y, desde luego, no se sorprendan si en los próximos días o meses expropia algunas empresas colombianas. El autoritarismo de Chávez ha demostrado que no tiene límites y por eso no le ha importado un ápice destruir el aparato productivo del país. Prueba de ello son las confiscaciones arbitrarias que ahuyentan la inversión extranjera y las medidas económicas contra miles de empresarios, que los ha llevado a la ruina. Hasta hace poco, era impensable que una potencia petrolera como Venezuela sufriera deficiencias en el suministro de energía eléctrica y agua. Pero la ineficiencia y la corrupción del régimen han propiciado el colapso del sistema energético. Y no es por el fenómeno del niño, sino por lo obsoleto de las estructuras de generación y transmisión. Lo increíble es que mientras Chávez se gastó el año pasado más de 8.000 millones de dólares en ayuda para la expansión de la “revolución bolivariana” en América Latina y el Caribe, y construye 36 refinerías en otros países, en Venezuela PDVSA, la principal empresa petrolera estatal, afronta dificultades tecnológicas, sus principales refinerías son obsoletas y se ha visto obligada a importar los componentes para refinar la gasolina que se consume en el país. La situación de Venezuela es tan crítica, que tiene un índice de prosperidad inferior a países que subvenciona, como Bolivia y Ecuador.

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