Columna


¿Lotería, o maldición?

AURELIO MARTÍNEZ CANABAL

15 de septiembre de 2010 12:00 AM

AURELIO MARTÍNEZ CANABAL

15 de septiembre de 2010 12:00 AM

Ni lo uno ni lo otro. Se falsea lo que viene ocurriendo, y se espera habrá de suceder en un futuro próximo, en el sector minero–energético. Y considero necesario detenerme un poco para explicar mi punto de vista personal sobre un tema que, en los días que corren, es casi de referencia obligatoria para columnistas de prensa, académicos y personajes que, con viudez de poder, se esfuerzan por recuperar protagonismo público. No es correcto hablar de lotería, al examinar el avance minero y el incremento de los volúmenes de petróleo. El buen momento que se vive en estos sectores empresariales, y su horizonte promisorio, son el resultado de buenas políticas públicas puestas en marcha por las administraciones Pastrana Arango y Uribe Vélez, que comienzan a dar sus frutos. En el primer mandato presidencial mencionado se promulgó el Código de Minas y se racionalizaron las cargas en materia de regalías y el esquema de asociación petrolera con el Estado. La creación de la Agencia Nacional de Hidrocarburos y la consolidación de Ecopetrol, como empresa industrial y comercial, fueron dos de las iniciativas de avanzada en el gobierno Uribe Vélez. Lo anterior, unido a un buen clima de inversión, nos ha llevado a una coyuntura esperanzadora. Calificar como “maldición gitana” los capitales para explorar y emprender nuevos desarrollos en petróleo y minería, y el aumento de las divisas de las exportaciones de estos renglones, equivaldría a lamentarse porque en la casa la despensa se llena y el refrigerador muestra un mejor surtido de víveres. Otra cosa es que el país se aliste para administrar eficientemente una coyuntura de prosperidad, sin olvidar la necesidad de preservar la estabilidad en las reglas del juego y el clima favorable de inversión que hemos tenido hasta el presente. La eliminación de la deducción fiscal por inversiones en activos fijos, que favorecía a la minería y los hidrocarburos, independientemente del impacto económico para estas industrias, da una señal negativa para quienes han invertido en el país o se propongan hacerlo próximamente. A esto se agregan las propuestas incomprensibles que, en el XXIII Congreso Nacional de Exportadores de Medellín, expusieron conferencistas calificados, como el ex ministro Rodrigo Botero. Recomendar la supresión de los contratos de estabilidad jurídica, la desaceleración futura de las actividades mineras y energéticas, el establecimiento de gravámenes para las exportaciones de estos recursos naturales, a partir de determinados precios, son algunos de los planteamientos desatinados que ahora se escuchan. El manejo disciplinado de las finanzas públicas, en el marco de la futura “regla fiscal”, facilitará la reducción del déficit fiscal, factor que presiona la apreciación del peso. Es importante tener claros conceptos. El primero implica no rotular como “bonanza” la presente prosperidad del sector minero y energético. Aunque los indicadores registran un mejoramiento significativo de la producción minera y petrolera, no es prudente considerar que vivimos un momento estelar. Sabio será tratar cautelosamente el futuro. Ojalá resulte excelente. Pero no hay que “ensillar antes de tener la cabalgadura”. *Abogado Consultor en Minas e Hidrocarburos. marcan2@etb.net.co

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