Columna


¿Oro o agua?

AURELIO MARTÍNEZ CANABAL

16 de septiembre de 2009 12:00 AM

AURELIO MARTÍNEZ CANABAL

16 de septiembre de 2009 12:00 AM

Con frecuencia se debate sobre la compatibilidad de minería y medio ambiente. El “florero de Llorente” ha sido en la escena colombiana el proyecto aurífero de La Colosa, que en jurisdicción de Cajamarca, Tolima, ha querido impulsar la Anglo Gold Ashanti. Un proyecto donde no se sabe qué considerar en mayor grado, si el desacierto de las autoridades ambientales o la capacidad de aguante de la empresa, que ha identificado una interesante perspectiva de progreso en el área mencionada. Inicialmente se debe subrayar que las actividades preliminares ejecutadas por la citada multinacional, sólo buscaban comenzar a despejar el interrogante sobre la viabilidad del prospecto minero. Con un título jurídico válido, se pusieron en marcha hace algo más de dos años las tareas exploratorias. La entidad ambiental regional había otorgado un par de autorizaciones para captación de agua. Un buen día, la aludida autoridad ambiental suspendió las labores exploratorias. Se argumentó que la zona de interés geológico estaba cubierta por una reserva forestal, según estipulación de la ley 2ª de 1959. La visita que efectué la semana anterior al teatro de los acontecimientos, me permitió confirmar la ausencia de elementos objetivos, justificativos de la campaña que algunos sectores ciudadanos han emprendido contra esta iniciativa de desarrollo minero. Un primer argumento de los cultivadores de arroz, se fundamenta en el riesgo de disminución del agua requerida para estas faenas agrícolas, a consecuencia del proyecto minero.. Al respecto averigüé lo siguiente: en la fase exploratoria inicial se podría calcular un uso de 10 litros de agua por segundo, siendo el caudal actual de la quebrada de La Colosa, fuente suministradora del recurso, de 24 litros por segundo. En una eventual etapa de explotación, se estimaría una utilización anual de 10 millones de metros2 de agua, cifra comparable con los 637 millones de metros2 requeridos para irrigar 26.000 hectáreas de arroz en el llamado “plan” del Tolima. Sobran mayores comentarios. Personalmente verifiqué que en los predios donde se ejecutaron los primeros trabajos exploratorios, sólo se observan pastos y rastrojos. Sencillamente, en el medio siglo transcurrido desde la expedición del antes mencionado estatuto legal, la frontera agrícola se amplió. Cultivos de fríjol y arracacha, entre otros renglones agrícolas, se han impulsado en esta región, desapareciendo paulatinamente los bosques. Es así como resultan infundadas las objeciones que se le hacen a una perspectiva de bienestar económico y social, si llegare a cristalizarse la factibilidad de un promisorio programa de actividad minera, para la región y el país. Nadie puede oponerse a la conservación y defensa del entorno ambiental. Otra cosa es utilizar la bandera verde, para frenar cualquier intento de avance confiable y serio de la economía nacional. Son incontables las experiencias mundiales, que muestran el equilibrio entre la minería y el medio ambiente. Que llega inclusive a la coexistencia con programas de promoción turística. Se requiere distinguir entre compañías de intachable reputación, como la Anglo Gold Ashanti, y quienes ilegalmente generan los mayores daños a la riqueza minera y el medio ambiente. *Abogado Consultor en Minas e Hidrocarburos. marcan2@etb.net.co

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