Porque no lo merecíamos. ¿Si su hijo saca 3,9 sobre 10 en el colegio, pasa la materia? Claro que no. Esa es la nota de la selección hasta ahora. Y eso que aún falta perder con Paraguay. Porque en este país la gente que la embarra se cae, pero para arriba. Y el fútbol no es la excepción. Días antes de estas dos última fechas de la eliminatoria, el técnico Eduardo Lara ya había mostrado su intención de atornillarse al puesto (¡cómo cunde el mal ejemplo!), así no lograra clasificar al equipo. Y lo volvió a decir: “Yo sólo me voy si los dirigentes me lo piden”. ¡Hombre, Eduardo!, al menos un poco de decoro. Éste no es el Cerrito Fútbol Club, esta es la Selección Nacional. Que, si no lo sabes, es de todos los colombianos, y no de esos señores gordos que te nombraron. Ah, esos señores gordos: ¿qué pensarán de la vida? Digo, de la de nosotros, porque la de ellos transcurre plácida y feliz en los salones versallescos de la FIFA. Y como tampoco saben quién fue Albert Camus, pues ni formas de decirles que la única definición de patria no politiquera es la que pasa por la Selección del país. Por ahí dicen que prometieron renuncias si no íbamos al Mundial, lo que, obviamente, me lleva a pensar que sucederá todo lo contrario. Porque no tenemos fútbol y, en consecuencia, se puede llegar a la brillante conclusión de que sin eso, sin fútbol, es muy difícil clasificar al Mundial. Aquí lo que vemos es una cantidad de señores vestidos de cortos, dispuestos, primero, a masticar chicle y hacer monerías frente a las cámaras de televisión antes de comenzar los partidos. Ya en ellos, se olvidan del balón y se convierten en artistas de circo que se tiran al piso para fingir faltas. Claro que hay excepciones: uno o dos muchachos, que son muy malos actores. Porque si no tenemos fútbol, menos tenemos identidad. El sábado, por momentos, quisimos jugar a la velocidad de Inglaterra, con la precisión de Brasil y con las ganas de Argentina. Sólo que resultamos tan rápidos como Islas Faroe, con la exactitud de Surinam y con la voluntad de la selección de Samoa. Y como no tenemos identidad, pues mucho menos vamos a tener criterio. Es por eso que, en un rapto de ese nacionalismo hecho a las patadas, consideraron en estos años que lo mejor estaba aquí. Primero, eligieron a Jorge Luis Pinto, que se las sabía todas, incluidas las inexistentes. Y la soberbia se paga de contado. Y porque, luego, nombraron a Eduardo Lara, un buen tipo, sin duda, como lo es Jorge Luis, pero a quien le cuesta eso que llamamos amarrarse los pantalones. Entonces, los señores gordos le impusieron jugadores (hay mentes retorcidas que dicen que con el fin de valorizarlos. ¡Cómo es la gente, Dios mío!), y él les obedeció. Y porque después, unos periodistas le dijeron todo lo contrario y él, que es un sol, volvió a obedecer. Y así, por los siglos de los siglos. Hasta que olvidó cómo se llamaba y para qué lo tenían ahí. Es decir, se nos volvió un funcionario gris, lo que precisamente no es otro señor llamado Marcelo Bielsa, un técnico de fútbol, lo dijimos en este mismo espacio, al que los señores gordos jamás quisieron ver. ¡Y que no lo vayan a buscar ahora!, porque él tampoco les cree. Y la última: lástima no estar tampoco en 2014 al Mundial, que es aquí al ladito, en Brasil. Porque, no lo duden, estarán entonces los mismos con las mismas *Colprensa.
NOTICIAS RECOMENDADAS
Comentarios ()