Columna


“Afros” y libertad

VICENTE MARTÍNEZ EMILIANI

12 de octubre de 2009 12:00 AM

VICENTE MARTÍNEZ EMILIANI

12 de octubre de 2009 12:00 AM

La semana pasada se celebró en Cartagena un interesante seminario sobre la participación de los afrodescendientes en la independencia. El amplio análisis, con participación de consagrados conferencistas, coronó su realización, en Palenque, con el “Festival de Tambores y Expresiones Culturales”. En el trascendente tema de la lucha por la emancipación ocupa lugar de privilegio Benkos Biohó, adalid incomparable de la batalla contra la esclavitud, cuyo recuerdo cobra ahora especial actualidad, al cumplirse seis años de la declaración hecha por la “UNESCO” del pueblo de San Basilio, como “obra Maestra del Patrimonio Intangible de la Humanidad”. Y el título es más que merecido. Allí, en ese lugar, hace cuatrocientos once años, en una aventura alucinante, iniciada en 1599 por Benkos Biohó, tantas veces citado y, en realidad, escasamente conocido en su vida y en su obra, se refugió el primer grupo de negros cimarrones que huyó de Cartagena para internarse en los montes. Cada uno de ellos ávido de libertad. Y llegó a tales extremos su decisión de vivir emancipados, resistiendo con valor inigualable el poder de los conquistadores, que el mismo soberano español, al reconocer una situación que se tornaba inmodificable, pidió que no se emplearan más las armas para reducirlos a la obediencia, pues “los dueños de estos esclavos fugitivos…; no van a perder nada por ser imposible la recuperación de ellos”. El héroe formidable de los cimarrones, creador de los palenques en territorios cercanos a Cartagena, era oriundo de África Occidental donde nació en la 2ª mitad del siglo XVI. De allí fue raptado por el tratante portugués Pedro Gómez Reynel, que lo trajo a Cartagena, donde fue vendido, como esclavo, al español Alonso de Campo, en 1596. Benkos no se quedó quieto en su forzada servidumbre. Miembro de familia relevante de su región natal, intentó huir de su ignominiosa condición en repetidas ocasiones, pero sólo consiguió ser reiteradamente castigado. Por fin, pudo más su constancia que la férrea disciplina de su amo y escapó, logrando eludir la persecución de un grupo de hombres armados. Benkos Biohó se arraigó en los pantanos y las selvas de la región, proclamándose “Rey del Arcabuco”. Y, desde los Palenques de La Matuna y Montes de María, se convirtió en un verdadero tormento del gobernador Jerónimo de Suazo y Casasola, fallecido sin capturar al nuevo rey ni detener el florecimiento de los Palenques. La libertad de los cimarrones, defendida con arrojo singular y triunfo irreductible por Benkos Biohó, fue reconocida por el nuevo gobernador Diego Fernando de Velasco, que firmó, el 18 de junio de 1605, un acuerdo con los “apalencados”, concediéndoles licencia para entrar y salir de la ciudad amurallada, con su capitán al frente. Sin embargo, Benkos Biohó buscó ampliar, todavía más, los derechos de los libertos. Se enfrentó en varias ocasiones con las fuerzas españolas que no siempre cumplieron lo pactado, y en combate con la guardia real cayó prisionero, en 1619. Dos años después fue ahorcado en la plaza pública de Cartagena por orden del gobernador García Girón. Este justificó su actuación en carta al monarca español, en la que describía al sacrificado como “un negro belicoso y valiente, quien con sus embustes se llevaba tras de sí a todas las naciones de Guinea que había en esta ciudad”. Hoy, al recordarse la participación de los afrodescendientes en la lucha incansable por la libertad, Benkos Biohó bien merece pública exaltación. *Ex congresista, ex embajador, Miembro de las Academias de Historia de Cartagena, y Bogotá, Miembro de la Academia colombiana de la lengua. academiadlhcartagena@hotmail.com

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