Editorial


Abordaje y atraco en islas del Rosario

El 19 de septiembre de 2015 una pareja de holandeses visitaba las islas del Rosario y anclaron su velero, el Lazy Duck, en Bahía de las Mantas, un fondeadero de belleza idílica y hasta ese momento, de una gran seguridad. Entre las 8:30 y las 9 de la noche, sin embargo, el capitán del velero, Peter Putker, comenzó a sonar sus sirenas, disparó bengalas de emergencia y pidió auxilio por radio a Guardacostas, pero dijo que no se pudo comunicar. Su esposa, Durdana Bruijn, estaba muerta, según el holandés, a manos de piratas que los abordaron y robaron. Él dijo que había sido golpeado en la cabeza y cuando recuperó el conocimiento se encontró con el cadáver de su esposa. 

La versión del holandés fue puesta en duda en la comunidad de las islas del Rosario, para quienes el sospechoso principal era el propio esposo de la difunta. Para la familia de los holandeses, sin embargo, había un interés de los colombianos de atribuirle a su pariente el asesinato de la señora Bruijn para salvar la reputación turística de las islas del Rosario y de Cartagena. Tanto las autoridades colombianas como expertos holandeses examinaron el velero y no hay una prueba reina contra el holandés, tanto así que anda libre en su país.

Un atraco en julio pasado a otro velero extranjero fondeado en Bahía de las Mantas, reportado por las víctimas en detalle en la web, da nueva credibilidad a quienes creen que el holandés es inocente y que sí existe una o más bandas de malandros que atracan yates extranjeros, en el caso más reciente, por robarles su dinero y también el motor de su bote auxiliar. Los atacantes alcanzaron a herir levemente al navegante y a su esposa antes de huir nadando ante la reacción valerosa y afortunada de la pareja velerista. Quedó de pista para las pesquisas el cayuco en el que llegaron los asaltantes al velero extranjero.

Es imperativo capturar a los atracadores y sobre todo, investigar si hay o no otras bandas dedicadas a esta actividad, para desmantelarlas. Esta piratería es más común en el mundo de lo que se cree, pero no se puede tolerar y la respuesta no puede ser tibia, sino resuelta y efectiva. 

No basta con investigar, sino que se debe montar la seguridad permanente en las islas para que este tipo de eventos no se repita jamás, ni con extranjeros ni con nacionales. Las islas obviamente son un atractivo fuerte para una delincuencia que piensa que atracar yates, y por qué no, viviendas, es una actividad fácil, “de papaya”, y la seguirán ejecutando si no hay un impedimento de verdad.

Las islas requieren policías suficientes y permanentes, buena inteligencia y también un Guardacostas redundante, no marginal. Para la economía turística, la sola publicación en la web del atraco del velero es devastadora, y desde el punto de vista humano, es intolerable y no debe repetirse. 

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