Editorial


Agua para Barú

Barú es una isla con tres poblaciones que son, de norte a sur: Ararca, Santana y Barú. Esta última, por estar en la punta de la isla del mismo nombre y resguardada de los vientos devastadores (“sueltes”, o sudestes) durante la temporada de lluvia y de los vientos alisios del verano (nor noroeste), fue un sitio estratégico y punta de lanza geográfico desde el cual hacer expediciones de pesca a los bajos del archipiélago del Rosario y San Bernardo, entre ellos el de la Rosa, Tortuga, El Frijol, y Bancos de Tesoro, por solo nombrar los más grandes y cercanos.

El pueblo de Barú ha sido objeto de mucha atención de distintas fundaciones, especialmente las de la familia Echavarría, pero sigue siendo un pueblo pobre y sin suficientes fuentes de empleo formal.

La expectativa de Barú y de las otras dos poblaciones de la isla -como se lo dijo hace poco un líder comunitario a El Universal-, es participar del desarrollo turístico de la isla para beneficiarse directamente de él, incluyendo poder gozar de lo básico para una vida digna: salud pública, agua potable, energía eléctrica y un buen sistema de educación pública, además de buenas viviendas y buenas vías. A pesar de que en Barú se ha avanzado en varios frentes, aún falta mucho por hacer.

La insatisfacción en Barú es tal que la isla entera se abstuvo de votar en la primera vuelta de la elección presidencial y amenaza con no hacerlo más hasta que el Distrito les ponga bolas, especialmente mediante la continuación de la vía a través de Playetas para comunicar el pueblo con el resto de la isla.

Ayer publicamos en El Universal la buena noticia de que Acuacar le iba a instalar al pueblo de Barú una planta desalinizadora para producir agua potable en un lote que un empresario hotelero donó para tal fin.

Nos parece que esta es una alternativa muy oportuna mientras se remedia el impasse con la Agencia Nacional de Licencias Ambientales por las obras de Playetas para conectar la Punta de Barú con la carretera asfaltada a la altura de Punta Iguana, a las que le han negado la licencia ambiental a pesar de estar en trámite durante varios años.

Probablemente esta débil tira de tierra entre la ciénaga de Mohán y el Mar Caribe desaparecerá antes de que entreguen la licencia ambiental, entre la erosión acelerada causada por el oleaje de un mar con nivel medio creciente y cada vez más alto, y la acción del hombre, porque Playetas ya tiene personas explotándola de manera indebida y no sería raro que muy pronto talen el poco mangle que afirma la tira de tierra, para pasar vehículos, hacer quioscos o para cualquier otro menester “turístico”.

Es imperativo que todos los estamentos públicos y privados de Cartagena estén atentos a la suerte de esta licencia ambiental y de su trámite, ya que cruzar Playetas con la carretera es indispensable para el bienestar del pueblo de Barú porque no solo es una vía para su gente, sino para los víveres, mercancías y medicinas que llegan de tierra firme.
Por lo pronto la planta desalinizadora es una noticia excelente para la gente del pueblo de Barú, ya que aliviará una de sus peores penurias: la sed.

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS