Editorial


Alias Timoshenko tira línea

EDITORIAL

08 de junio de 2014 12:02 AM

“Del dilema mediático al dilema real” se titula una columna de opinión en la sección “Desbrozando ideas”, en la página electrónica de las Farc (http://farc-ep.co/?p=3362), fechada 2 de junio de este año y firmada por alias Timoshenko, el máximo jefe de esa guerrilla, quien afirma de los candidatos presidenciales que “Es claro que cualquiera de los dos significará la guerra”, y más adelante comenta: “Que a Oscar Iván Zuluaga le importe un pito aparecer como el abanderado de la guerra, no hace de Juan Manuel Santos un hombre de paz”.

Luego añade: “Las contradicciones de Juan Manuel Santos y el expresidente Uribe no son de la hondura que se muestran. Los dos guardan identidad y fidelidad absoluta con el neoliberalismo económico y la doctrina de guerra dominante, inclinan la cerviz y sirven con igual devoción a los intereses económicos y políticos de Norteamérica, experimentan igual repugnancia hacia los procesos democratizadores y renovadores que se cumplen en varios países suramericanos y, sobre todo, confieren el mismo tratamiento violento a las aspiraciones de las grandes mayorías marginadas del país. Los dos representan poderosos sectores del capital y la tierra”.

Según Timoshenko, “La verdadera encrucijada tiene una naturaleza distinta. Se trata de elegir entre la continuidad inamovible de las políticas de despojo y violencia que representan los dos candidatos, y la posibilidad de imprimir cambios urgentes y profundos en la institucionalidad y la sociedad colombianas”. Y luego salta la liebre: “No cabe duda de que ese gobierno, cualquiera que sea, por encima de su cobertura institucional o legal, asumirá el poder en condiciones de debilidad política, con serias contradicciones con el grupo del candidato perdedor. Una fuerte agitación social y política podría producir consecuencias inesperadas, que si no fueran suficientes para derrocarlo, sí podrían contar con condiciones favorables para el crecimiento de un verdadero movimiento alternativo capaz, en corto o mediano plazo de precipitar, de un modo u otro, cambios fundamentales en la vida nacional, incluida la paz”.

Así que ya sabemos que las Farc aspiran a derrocar a cualquier gobierno que sea elegido, a través de la agitación social, o al menos, arrodillarlo para que acepte las reformas que permitan tomarse formalmente la democracia por dentro para poderla destruir, como en Venezuela, y su mayor fortaleza para lograrlo será la pelea intestina, casi irreconciliable, entre ganadores y perdedores, con la que el líder de las Farc cuenta de antemano.

El propio Timochenko pregunta “¿Y de la Mesa qué?”, y él mismo responde que “(...) tiene toda su importancia en la medida en que posibilite, viabilice o catalice un gran movimiento nacional por los cambios fundamentales”.
Así que la Mesa para las Farc no es para integrarse a la sociedad colombiana, sino otra faceta de la “combinación de todas las formas de lucha” para imponer su visión “alternativa” de lo que debería ser el país: ¿otra Venezuela?

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