Editorial


Aprieta la sequía

Cuando se consulta la página de alertas del Ideam, se encuentra que hay una vigente para Bolívar: la alerta roja de incendios forestales, común a buena parte de la Costa Caribe.

El Minambiente dijo antier en Valledupar (ver El Heraldo de ayer) que en el Caribe las lluvias comenzarán entre abril y junio y serán mayormente deficitarias. Por lo tanto no se debería bajar la guardia pensando que ya viene el invierno solo porque han caído algunos aguaceros en partes del país, incluyendo partes de la Costa Caribe, sobre todo porque los caudales de los ríos en Colombia bajaron entre 60% y 65%, incluyendo, por supuesto, el Magdalena.

Minambiente habló de 300 mil personas sancionadas en el país y de 390 casos tangibles: personas multadas, acciones legales contra despilfarradores de agua, motobombas decomisadas por tomar agua ilegalmente y otra serie de medidas para conservarla. Bañarse en cuatro minutos suena a tiempo militar, pero esa fue una de sus recomendaciones para no desperdiciar agua.

En cuanto a una La Niña, Minambiente la descartó para el primer semestre, lo cual es obvio en la Costa Caribe, aunque ya lo normal puede convertirse en anormal en cualquier momento, dado el cambio climático y sus vaivenes cada vez más extremos. La Niña, de llegar, lo haría en el segundo semestre.

El Universal habló ayer con Acuacar y la empresa nos dijo que la situación del suministro de agua de Cartagena sigue igual: es decir, normal, y su embalse sigue lleno de agua, suficiente para durar 60 días al ritmo de consumo de hoy, el normal de cuando no hay un El Niño, y duraría hasta finales de abril. De todos modos se debe usar el agua con prudencia dada la imprevisibilidad climática pero tranquiliza que dentro de esta volatilidad nacional Cartagena sigue teniendo estabilidad en este servicio principalísimo.

Ya debe ser bastante obvio que un verano tan prolongado debe servir para algo útil, mucho más allá de la quejadera y los lugares comunes: asegurarse de que el próximo sea mucho menos severo.

Se requieren entonces varias actividades, y las dos principales serían construir represas donde la topografía es adecuada y ventajosa para embalsar agua, y para que los terraplenes sirvan para evitar inundaciones, y perforar pozos profundos para agua de consumo doméstico en primer lugar; para riego de cultivos; y para abrevar ganado vacuno, caprino, ovino, asnal y caballar.

Y para los pueblos ribereños es indispensable cavar canales en los lechos de los ríos que conduzcan agua a sus instalaciones de bombeo para que estas no se queden secas, como pasó en la mayoría de estos asentamientos.

Ojalá que dentro de pocas semanas podamos publicar buenas noticias acerca de cómo los municipios de Bolívar le voltearon el cotarro a las futuras sequías.

 

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