Editorial


Base Naval, otra vez

EL UNIVERSAL

10 de junio de 2018 12:00 AM

No recordamos bien ya cómo comenzó el cuento de trasladar la Base Naval ni tampoco todas las etapas que ha tenido este proceso que comienza a dejar un mal sabor. Al principio, la justificación era ampliar la San Martín; y luego, Bocagrande, Castillogrande, El Laguito y el resto de la ciudad comenzaron a soñar en un gran parque allí, al que le fueron saliendo toda clase de perendengues, desde edificios hasta el futuro museo del Galeón San José. Disneylandia le quedaba chico.

Todo esto estaba montado sobre la premisa de que la Base Naval se iría a Tierrabomba, en donde construiría un complejo que incluiría una pista aérea, residencias para todos los empleados de la Base, colegios, hospital y las instalaciones completas para toda la flota naval, incluyendo los submarinos.

Para que este desarrollo fuera posible, era menester construir un viaducto entre Bocagrande y Tierrabomba, el que a su vez llevaría el progreso a la isla, incluyendo nuevas urbanizaciones para generar empleos y elevar la calidad de vida de sus habitantes. Este era un paquete completo y de beneficio para la ciudad en general.

Luego se comenzó a satanizar a Tierrabomba, como si el Gobierno no supiera que la propiedad allí tenía problemas, aunque todos se podrían resolver con una Justicia proba.

Luego el Gobierno informó que estaba buscando distintas posibilidades para trasladar la Base Naval, incluyendo sacarla de la jurisdicción de Cartagena. Y ahí se comenzó a poner la cosa aún más fea, porque se intuían intereses fuertes de otros lugares y muy poco compromiso del Gobierno con Cartagena.

Ya en este espacio habíamos analizado los beneficios económicos de que la Base esté en Cartagena y la pérdida grave que sería para la ciudad que estas instalaciones se fueran de aquí.

Ahora fue pasado un decreto que en la práctica elimina a Tierra Bomba del abanico de opciones, y comienza a sentirse en el ambiente con más fuerza que antes -porque ya se sentía y presentía- que al Gobierno en verdad no le importa a dónde va a dar la Base, sino que su interés primario es sacarla de Bocagrande a cómo dé lugar porque tiene un enorme interés en este pedazo valioso de terreno que quedaría desocupado.

Si el Gobierno hiciera hoy un censo en la ciudad, probablemente arrojaría que los cartageneros, ante la posibilidad de perderla, prefieren que la Base se quede ahí, donde está, y cuadrar con la Armada la cesión de una tira de terreno para ampliar la San Martín, y a la vez, como nos dijo un lector de El Universal hace dos días, ampliar a ocho carriles la vía desde el túnel de Crespo hasta el Hotel Caribe, solucionando los trancones, y, reiteramos, que se quede la Base Naval quietecita donde está, haciéndole algunos cambios para adecuarla más a las necesidades de la Armada.

Cartagena no puede permitir que la Base Naval se le vaya solo porque el Gobierno está obsesionado con esos terrenos. La condición única para mover la Base es que se quede en la jurisdicción de Cartagena, y la ciudad debería unirse para que así sea.

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