Editorial


Basuras mil en caño y Sta. Rita Plaza

EL UNIVERSAL

21 de enero de 2017 12:00 AM

Ayer publicamos en El Universal dos noticias desoladoras, y ambas tienen que ver con la falta de cultura ciudadana, la falta de autoridad y quizá la falta de un servicio más eficiente de recolección de basuras cuya mejoría dependería de identificar mejor quiénes y por qué botan basuras en los lugares públicos, sin importarles a los infractores que estén a plena vista de la comunidad y de las autoridades si las hubiera de manera oportuna. Pero también es cierto que no puede haber un agente de la Policía para cada ciudadano. Este es un problema del que se habla mucho pero sin que lo hablado se convierta en logros.

El primer lugar que reportamos ayer nuevamente como botadero de basuras es la orilla este del caño Juan Angola, es decir, la opuesta a la orilla más próxima a la avenida Santander. Luego de la breve pero finalmente inocua campaña de la Alcaldía por limpiar el caño y sus orillas, volvieron los depredadores  a hacer de las suyas y lo convirtieron en el basural de siempre, en vez de ser el lugar de naturaleza impecable que debería ser para preservar el medio ambiente y mejorar así la calidad de vida de los habitantes de casas y barrios aledaños. Este debería ser un espacio hermoso con senderos naturales sombreados para caminantes y ciclistas y no el muladar vergonzoso que es.

Cualquiera se imaginaría que por estar la orilla del Juan Angola un poco a trasmano del tráfico, y por favorecer la cubierta de la vegetación algunas de las fechorías cometidas allí, es tan mal utilizada el área.

Pero no, a quienes ensucian la ciudad no les da pena lo que hacen, y muchos lo hacen como medio de vida usando ‘carromulas’ y otros hasta vehículos a motor. Es el caso del Santa Rita Plaza, en una de las vías públicas más usadas por la ciudadanía y ruta alterna al aeropuerto de Cartagena, y además, reconstruido y no estrenado aún, pero ya está con cara de abandonado, con pilas de desechos enfrente, y con bejucos trepando por los tubos de su verja.

La manera mejor para protegerlo es entregarlo a sus usuarios cuanto antes, para que al menos haya alguna disuasión a la acción de los bárbaros que lo ensucian a plena luz del día. Están tan a gusto que ni se esconden para botar basuras allí.

Es obligatorio preguntarse entonces por qué hay basuras en Cartagena que no sean dispuestas por las compañías legales constituidas para hacerlo. Si los basuriegos a domicilio son capaces de encontrar clientes, con mucha más razón deberían poderlo hacer las distintas compañías, formales, bien equipadas y bien gerenciadas. ¿Qué pasa?

El otro componente es el de la autoridad, es decir, la Policía, que suponemos que ahora que estrena código está obligada a usarlo siempre y en todas partes, y no con discrecionalidad y solo en algunas partes. Este asunto merece ser repensado por el Distrito y las autoridades porque no podemos seguir eternamente en el mismo caos.

 


 

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