Al dinero y empleos que producen los eventos culturales de distinta índole se le llama economía naranja y solo hace poco se trata de medir y de hacerle estadísticas a este importantísimo pero casi anónimo sector.
El 23 de abril de 2014 el portal KIENYKE dijo que “(...) las cifras reales estimadas que manejará la versión 47 del Festival Vallenato para este año giran entorno a los 45 mil millones de pesos durante los cinco días de fiesta”, es decir, 9 mil millones diarios entrando a una población de 550 mil habitantes en ese mismo año.
El Festival Vallenato es quizá el evento festivo más cuidado de Colombia, y año tras año la añaden instalaciones locativas y eventos para hacerlo más universal. Es la meca del vallenato, pero también hay espectáculos nocturnos con otros géneros musicales.
El Carnaval de Barranquilla mueve 52 mil millones de pesos en 4 días, tiene una organización excelente y acuden también miles de colombianos de otras partes, y lo sigue una audiencia radial y televisiva importante.
Por todo Colombia hay eventos de este tipo: el Carnaval de Negros y Blancos, en Pasto; la Feria de Manizales, aún vigorosa a pesar de la creciente oposición a las corridas de toros; la Feria de las Flores, en Medellín; entre muchas otras.
Cartagena, además de haberse convertido en un centro de eventos nacionales e internacionales alrededor de los centros de convenciones y de la hotelería, es un ‘hub’ cultural muy importante con tres platos fuertes: el Festival de Cine, el Hay Festival y el Festival Internacional de Música. Los tres le dan gran reconocimiento a la ciudad y los tres mueven su economía naranja.
El Concurso Nacional de Belleza también es uno de los eventos emblemáticos de la ciudad, y si fuésemos más proactivos, desarrollaríamos las Fiestas de Independencia para convertirlas en un gigante cultural y popular, que también movería la economía naranja a la manera del Festival Vallenato y del Carnaval de Barranquilla. Y llenaría un vacío con respecto al significado histórico del 11 de noviembre, el origen de la independencia, que ayudaría a crear un mayor sentido de pertenencia, que tanto necesita la ciudad.
Pero Bolívar es mucho más que Cartagena y sus posibilidades para desarrollar la economía naranja son enormes, comenzando con el Festival de Jazz y la Semana Santa en Mompox, pasando por los distintos festivales de gaita de los Montes de María, los diversos centros artesanales incluyendo muy especialmente a San Jacinto, el parque natural Los Colorados, en San Juan Nepo, y las actividades que se pueden hacer en y alrededor de este, la riqueza histórica y los atractivos naturales de Turbaco, las terrazas hidráulicas zenúes de La Mojana, y la gastronomía bolivarense, que se puede combinar con casi todos los anteriores.
La economía naranja tiene la ventaja adicional de ser intensiva de mano de obra, por lo que estamos en mora de estimularla con mucha mayor energía.
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