Editorial


Borrachos al volante

Ayer la Policía Nacional reportó que procesó a 500 conductores en distintos lugares de Colombia por manejar luego de tomar alcohol. La institución armó grupos móviles especiales para detectar y detener conductores que conduzcan habiendo ingerido licor.

Nunca antes en el país se había hecho un esfuerzo tan grande para controlar una conducta ilegal tan peligrosa y tan común, y que cada día tiene peores consecuencias, porque a pesar de los controles policiales anteriores a la creación de los grupos mencionados, sigue habiendo conductores que creen que a ellos no les pasará nada manejando con tragos, y también se sienten seguros de que nunca serán detectados ni detenidos por hacerlo.
Cada día hay nuevos accidentes y más muertos por cuenta de conductores ebrios, y aun así las leyes no son modificadas para que las consecuencias de hacerlo sean mucho más severas.
En Cartagena hace poco el DATT reportó la detención de conductores durante un fin de semana reciente y buena cantidad de los ebrios eran motociclistas y más concretamente, mototaxistas.
Estos vehículos de dos ruedas son suficientemente peligrosos conduciéndolos buenos y sanos como para hacerlo con alcohol en el cerebro, así que es sorprendente que haya quienes se atrevan a hacerlo, lo cual equivale casi a una condena de muerte. Y la irresponsabilidad es aún peor si se llevan parrilleros, arriesgando no solo la propia vida, sino la ajena.
En la Cartagena rural es notoria la acción de la Policía en el retén a la subida de Loma de Piedra, en donde se llevan controles estrictos y es común ver automóviles y conductores detenidos.
En Cartagena también hay controles esporádicos en distintos lugares, aunque no se entiende por qué no se los hacen a los conductores que se aparcan a oír música y a tomar licor en sitios públicos ampliamente conocidos como las licoreras de casi todos los barrios, o en ciertos sitios predilectos para perturbar la tranquilidad de la comunidad, como en Castillogrande, Bocagrande y Manga, por poner apenas tres ejemplos notorios.
No tiene sentido una campaña como la que acaba de emprender la Policia, y a la vez ignorar estos sitios en donde los jóvenes trabajan duro para incubar accidentes, y todo a plena vista de la gente y de las propias autoridades.
Otro factor importante es que las personas denuncien a los agentes que les pidan plata a cambio de no sancionarlos, información que la oficialidad de la Policía siempre está dispuesta a recibir y a actuar sobre ella.
Tanto el DATT como la Policía Nacional deberían diseñar alguna estrategia para detectar a aquellos operarios suyos que son proclives a estas conductas.
Es obvio que quienes van a ir a fiestas deben contratar taxis o conductores para sus autos particulares, evitando accidentes y sanciones, y sobre todo, porque cada día las consecuencias de  contravenir las normas serán más drásticas, además del cargo de conciencia de atropellar y matar a alguien con un vehículo.

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