Editorial


Buses, busetas y el nuevo desempleo

EDITORIAL

23 de junio de 2016 12:00 AM

Transcaribe llevaba más de una década “amenazando” con comenzar a operar y esa demora hizo que poca gente creyera que algún día sería realidad, ni siquiera sus propios empleados, pero finalmente arrancó su etapa pedagógica a fines de noviembre de 2015 y la etapa comercial en marzo de 2016.

La demora de 10 años tuvo la ventaja -quizá la única- de poder aprender de los errores de todos los sistemas de transporte masivo (SITM) que habían arrancado antes en el país, incluido Transmilenio en Bogotá. Quizá por eso Transcaribe, a pesar de las múltiples dificultades que afronta en algunos frentes, va sobre ruedas con respecto a la cantidad de pasajeros que lo usa, que son muchos más de los esperados. Esa es una gran noticia.

Su gran reto al arrancar era chatarrizar cuanto antes la mayor cantidad posible de los 1591 buses y busetas -esta es la última cifra dada por el DATT- que operaban en la ciudad, y ese sigue siendo uno de sus objetivos más importantes.

Hoy, cuando apenas han chatarrizado 240 buses en Cartagena, se comienza a notar un problema que ya habíamos mencionado en este espacio, y es que se quedarán cesantes muchas personas a medida que se chatarricen más buses. No son solo los conductores y los famosos esparrin, sino los mecánicos, latoneros, lavadores de vehículos, llanteros, tomadores de tiempo en las rutas, tapiceros y demás personas que directa o indirectamente viven de los buses y busetas.

Contando solo los dos primeros oficios, quedarán en la calle 3182 personas cuando se haya chatarrizado el último bus, para lo que se estiman tres años. La mayoría no son empleos formales, pero de todos modos dan algo para vivir a sus practicantes. Reentrenar a los conductores de busetas para conducir los buses del SITM cuesta hasta tres veces más que entrenar a un conductor joven y sin mañas, sin garantía de que los veteranos no recurrirían a sus “habilidades” en la ruta. Volverlos conductores del SITM no parece una opción.

Y también dejarán de vender combustible líquido las bombas y muy pocas podrán recuperar estas ventas mediante el gas vehicular, que es el combustible de los buses de Transcaribe, porque se surtirán en las instalaciones del Patio Portal y no en las demás estaciones de servicio de la ciudad.

Es imperativo diseñar un programa para reentrenar a estas personas que quedarán sin oficio, o que lo verán disminuido, para no aumentar la ya alta cantidad de gente desempleada.

El Sena tiene la experiencia necesaria no solo para entrenar personas jóvenes, sino para “reciclar” ciudadanos de mayor edad y quizá enfilarlos hacia crear pequeñas empresas propias en nichos afines a lo que han venido haciendo, o quizá algunos querrán hacer algo muy diferente.

De todas maneras urge identificar y  atender a este recurso humano que con seguridad puede ser útil en otros oficios, para no ahondar el desempleo.

 

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