Editorial


CCV y la calidad de vida

EDITORIAL

10 de julio de 2015 12:00 AM

Una vez más Cartagena Cómo Vamos le presenta a la ciudad su encuesta de calidad de vida y afortunadamente mejoraron algunos indicadores, pero sigue siendo urgente combatir la inseguridad, la pobreza y mejorar la salud y el medio ambiente, incluido el ruido creciente y descarado que se oye por todas partes.

Los indicadores de calidad de vida están concatenados: la inseguridad, flagelo que afecta a todos los estratos socioeconómicos de una u otra forma, y muy especialmente a los más bajos, depende en buena parte de la pobreza y de la falta de educación, y a su vez la falta de educación también explica no poder conseguir mejores empleos.

Es normal que en toda sociedad haya maleantes, aun en las más ricas y con mejor calidad de vida del mundo, pero no es normal que haya tanta delincuencia como porcentaje de la población, una percepción creciente si bien no es fácil de cuantificar.

Si tuviéramos que construir la ruta para salir de muchos de nuestros problemas, tendríamos que decir que hay que actuar de inmediato sobre la educación para que las generaciones futuras tengan mayores oportunidades, y también que hay que tratar de generar todo el empleo formal que sea posible ahora y sobre todo que la educación de la que hablamos primero termine siendo pertinente. De nada sirven graduados para los que no hay puestos de trabajo porque estudiaron una carrera que nadie necesita.

Y para que la educación sea pertinente también tienen que hacer un esfuerzo por actualizarse los profesores, porque hacer más de lo mismo obviamente no da tan buenos resultados. Los empleos de calidad cada vez van a ser más tecnológicos y requerirán más talentos en computación.

Y la educación no solo debe ser para llenar puestos de trabajo, sino para crearlos mediante un empresarismo que le sea imbuido a los jóvenes desde niños. Los empleos de calidad y la salud de la economía dependen de crear nuevas compañías que satisfagan mejor las necesidades de la gente. No nos referimos a fomentar un consumismo estéril, sino a empresas que agreguen valor a sus productos y que puedan competir con las del exterior.

El comercio global debe crearle -¡al fin!- oportunidades a los habitantes de la Región Caribe, dado que es mucho más sensato tener las fábricas sobre el mar que en los Andes remotos. Aunque la ciudad sabe eso, sus habitantes no parecen creerlo ni comprender sus implicaciones, y lo repite como un dato más. Parte de la educación de los jóvenes debe ser poder interiorizar estos conceptos para que puedan aprovechar mejor las oportunidades de este litoral.

La educación debería servir también para que la población tenga mucha más conciencia de sus deberes, porque todo el mundo recita sus derechos sin mayores dificultades, tanto los que tiene más otros que se inventa.

Ojalá que la próxima medida de la calidad de vida de CCV muestre que los indicadores mejoraron mucho más y que esta será una tendencia sostenida.

 


 

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