Los triunfos de los ciclistas colombianos en el Giro de Italia de este año han sido extraordinarios, y si no pasa algo inesperado hoy, Nairo Quintana será el ganador de este certamen emblemático y dominado por europeos, lo que será un hito en el ciclismo de Colombia y también en el europeo porque significará la mayoría de edad de los escarabajos colombianos.
Colombia siempre se ha sabido una potencia en ciclismo y buena parte del mundo también sabe que lo somos, pero los triunfos colombianos en el exterior parecían destellos súbitos y espaciados que nunca se consolidaban a pesar de tener la materia prima aquí.
El 28 de mayo El Espectador publicó un artículo muy interesante firmado por Rafael Mendoza, titulado “La historia que no se ha contado del Giro de Italia”, cuyo subtítulo es “Los difíciles 31 años del ciclismo colombiano en la batalla con los grandes. ¿Por qué solamente ahora, 31 años después, se cumple la predicción de Anquetil?”, en donde cuenta el miedo que le ocasionaron los ciclistas colombianos a los europeos y de cómo estos diseñaron las carreras para destrozarlos con jornadas agotadoras en lo plano, donde sobresalían los europeos, para quitarles la fuerza a los colombianos antes de llegar a donde eran fuertes, las subidas.
Cuenta Mendoza que ante las gestiones de dirigentes deportivos de Colombia para participar en las competencias en Europa, “Los ciclistas profesionales (europeos) se pellizcaron y para aceptar la presencia de los aficionados (colombianos) pusieron condiciones: una larga etapa contra reloj por equipos, más de 40 kilómetros de pavé, una etapa plana de 350 kilómetros y dos cronómetros llanas largas. Con ello creían que los colombianos tras las tradicionales 10 etapas llanas llegarían sin fuerzas a los Pirineos”. El pavé es una superficie de carretera hecha en adoquines que ocasiona una vibración terrible sobre la bicicleta y desgasta a quien no está acostumbrado a ella.
Además de los obstáculos anteriores, surgió el dopaje en Europa, primero con los esteroides y luego con una droga que durante años era indetectable, el EPO. Así lo describe Mendoza en su artículo: “Y luego hubo un factor más determinante: el dopaje. En los ochentas casi todos los grandes de Europa iban al final de temporada a Italia para ser tratados por el doctor Ferrari. En las caravanas corría el rumor de que el médico los trabajaba con esteroides y anabolizantes que cinco o seis meses después, cuando se iniciara la temporada, ya no tenían ningún rastro. Pero hubo otro medicamento que unos años más tarde iba a hacer numerosos campeones y que se buscó simplemente para anular las condiciones naturales que favorecían a los colombianos: el EPO”. Mientras tanto, los colombianos solo consumían panela y sus triunfos ocasionales eran honrados.
Ya vimos con el Giro de Italia y competencias anteriores que al controlar el dopaje, se niveló el campo y los colombianos son ciclistas excepcionales.
Es hora de que entre el Gobierno y la empresa privada nacional se financien escuelas de ciclismo en el país y un gran equipo colombiano para competir en el mundo.
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