Ya es bien sabido que desde ayer rige el nuevo Código de Policía, y que ya se aplican todas las medidas correctivas que este incluye, y que durante los seis meses (desde el 30 de enero pasado) anteriores se aplicaron sanciones pedagógicas. La Policía le atribuye a la aplicación del Código el haber salvado 199 vidas en los últimos seis meses, reduciendo los homicidios “en Bogotá, con un 12 por ciento; Antioquia, 29 por ciento; Cali, 14 por ciento; Huila, 61 por ciento; y Cauca, 18 por ciento”. Bajaron en 23 por ciento las lesiones personales en el país, mientras que en Cartagena bajaron 41 por ciento. En los seis meses la Policía atendió un promedio de 1.003 contravenciones por día (42 por hora).
Según la Policía, “en Cartagena, en las primeras 11 horas (...) han sido instaurados cuatro comparendos (...)”; (...) a un extranjero quien insultó a una pasajera y a un policía; a un consumidor de estupefacientes; por reñir en el espacio público; y en El Pozón, la Policía aplicó “(...) un comparendo a un ciudadano de 41 años, por afectar la tranquilidad de la comunidad por los altos ruidos producidos por un picó, con música a alto volumen”.
El reporte de la institución añade que los uniformados que hicieron el procedimiento fueron atacados con objetos contundentes para evitar la incautación del estruendoso aparato (valorado en 18 millones de pesos), que finalmente y para la tranquilidad de los vecinos, quedó a disposición de la Inspección de Policía de El Pozón.
Que al fin la policía pueda decomisar los equipos de sonido es una excelente noticia, incluyendo los de particulares que más frecuentemente perturban la paz pública con el pretexto de que cada cual puede hacer lo que le dé la gana en su propia casa, y desde patios y terrazas torturan a vecindarios enteros con su ruido infernal.
La Policía tendrá que tener suficiente espacio de almacenamiento y una buena logística para transportar equipos de sonido decomisados, ya que hasta que los infractores no estén convencidos de que les ocurrirá eso y comprueben que no podrán intimidar o ‘persuadir’ a los policías, seguirán tratando de hacer lo de siempre: abusar de la paz pública con sus decibeles excesivos sin tener consideración por nadie.
También debería la Policía estar preparada para sancionar a otras formas de ruido más ‘formales’, como la amplificación de las chivas turísticas, muchos de cuyos operadores se sienten por encima de las normas, o la de algunas lanchas, cuyos pilotos encienden el equipo de sonido antes que el motor, y a todo volumen, sin importarles el vecindario.
Celebramos la entrada en vigencia plena del Código de Policía.
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