Editorial


Comunales en jaque

EL UNIVERSAL

11 de octubre de 2017 12:00 AM

Denuncian los líderes comunales de la Cartagena popular que una mano criminal se cierne sobre ellos para impedirles cumplir con su trabajo y reducirlos a meras figuras decorativas dentro de la dinámica social.

Recordaron que ya son trece los activistas cívicos que han caído asesinados sin que hasta el momento se hayan esclarecido causas y autores, siendo el homicidio más reciente el perpetrado contra Jorge Luis García Berrío, presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC) del sector 3 de Junio.

Hasta el momento, nunca se ha dicho formalmente cuáles son las razones para que esa alta cifra de líderes sociales haya perdido la vida en condiciones tan deplorables, pero informalmente se rumora que algunos de ellos se han metido en camisa de once varas, solo por querer impedir que sus barrios queden bajo el dominio de los microtraficantes, de los explotadores sexuales y de los ladrones de tierras.

Puede que en todos los casos no medie la misma causa, pero lo que sí consterna es que los actores armados (vengan de donde vengan) pretendan que los líderes comunales solo se preocupen por pavimentar calles, construir canchas deportivas, mejorar escuelas y limpiar canales, actividades que no dejan de ser importantes, pero más trascendental es la transformación espiritual y cultural de los seres humanos que habitan esos barrios.

El asunto es grave si los pistoleros buscan que los presidentes de JAC renuncien a idear tácticas para lograr que los jóvenes dejen de protagonizar el turismo sexual que desde hace años avergüenza a Cartagena, lo mismo que la venta y consumo de alucinógenos y el despojo subrepticio de los territorios que por décadas han ocupado esos mismos coterráneos.

Si es cierto que el problema tiene esas dimensiones dramáticas, parece que llegó la hora de que tanto autoridades civiles como la fuerza pública articulen estrategias más contundentes para contrarrestar a los retrógrados que creen que la dirigencia cívica debe enfocarse únicamente en perseguir favores políticos y en rendirle honores al cemento, pero sin preocuparse por modificar el pensamiento de sus vecinos.

Aceptemos que no son todos los líderes comunales los que asumen su tarea con honestidad y eficacia, pero también es cierto que son muchos los que merecen un decidido respaldo de las autoridades, para que sigan cumpliendo su apostolado sin que una bala furtiva se les interponga en el camino.
 

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