Editorial


Construcciones y el sentido común

EL UNIVERSAL

22 de octubre de 2017 12:00 AM

A buena hora Mincultura resolló con respecto a los edificios del proyecto Aquarela, en Torices, para intentar parar la construcción en curso y las demás que seguirían a la que ya es una mole en inmediaciones del Castillo San Felipe. No sabemos cómo terminará esto, pero el Gobierno debería responderle a quienes invirtieron en Portales de Blas de Leso 1 y en todos los demás edificios que lleguen a detener, desocupar o demoler. La mayoría compró en ellos con un gran esfuerzo y sacrificio y confiando en que había una gran seguridad estructural y jurídica.

Esta es la oportunidad para que el Distrito examine sin prisa, pero sin pausa, toda la construcción de la ciudad, en todos los barrios y estratos socioeconómicos de una manera metódica para saber exactamente qué está pasando y qué problemas aún son evitables para que haya la menor cantidad posible de traumatismos, sobre todo pensando en los compradores de los inmuebles, la mayoría de buena fe.

En el caso de las proximidades al Castillo San Felipe, el sentido común debió bastar para que las distintas autoridades frenaran en seco ante las solicitudes de permisos, sobre todo después de leer y oír las noticias en su inicio en este medio y en varios más de la ciudad.
En retrospecto comienza a quedar la sensación de que no tener un POT ni un PEMP nuevos y actualizados durante tantos años, para así proteger el patrimonio y el bienestar de la población de la ciudad, no era un descuido, sino una estrategia de algunos para pescar en río revuelto. Ojalá estemos equivocados.

Si el Distrito no organiza la casa de verdad, todas las nuevas construcciones serán sospechosas, afectando la demanda y perjudicando a una de las actividades que más empleos generan, sobre todo para la mano de obra no especializada, que es la mayoría en la ciudad.

También es el momento para revisar cada nuevo proyecto para asegurarse que tenga suficientes parqueos y evitar que se sigan inutilizando las calles con carros tomándose un carril en muchos sectores, e imposibilitando el tránsito de doble vía, como ya ocurre en muchos barrios residenciales de Cartagena.

Además de apagar los incendios que ya son notorios y los que seguramente surgirán, se necesitan normas y procesos confiables, con cero discrecionalidad, para evitar que continúen los abusos que se intuyen en muchas de las anomalías en la construcción. Ya que no opera el sentido común, deberían operar bien las normas.

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