Editorial


Construir y mantener

En Cartagena somos especialistas en construir distintas obras para las cuales nunca prevemos mantenimiento y por lo mismo en poco tiempo llegan a estar en un estado deplorable. Con frecuencia estamos publicando en El Universal los diversos problemas de mantenimiento, por ejemplo, de los colegios públicos, algunos de los cuales arriban a un abandono peligroso para sus usuarios. Uno de los más recientes ejemplos es el Fernández Madrid, al que afortunadamente le harán arreglos.

Igual cosa sucede con nuestros centros de salud, que suelen ir de nuevos a decrépitos sin que jamás se les haga el mantenimiento mínimo que requiere cualquier infraestructura de uso público intenso, como los dos ejemplos anteriores.

También tenemos el caso de los desagües pluviales, principalmente la red de caños de la ciudad, que año tras año pasan las mismas penurias por su abandono y porque son los basureros de las comunidades, y no hay capacitaciones que valgan, con el agravante de que algunos, a pesar de haber presupuesto para limpiarlos, este desaparece y nadie responde, porque en verdad, no hay un responsable.

Las vías, salvo las concesionadas, también son un ejemplo de abandono vergonzoso porque jamás les ponen la mano encima para mantenerlas, a menos que sean los habitantes de calle que se rebuscan con una pala en la mano frente a diversos huecos ‘históricos’ que impiden la movilidad, pero que les permiten ganarse unas propinas para malcomer a estas personas que se los apropian para vivir de ellos. Y no hay que ir a la periferia de la ciudad para encontrar estos huecos históricos, sino que hay muchos en pleno sector urbano, como en la Santander, en el tramo entre el Café del Mar y el semáforo de la rotonda de la entrada a Bocagrande. O los huecos de la Cra. 17 entre Manga y el Pie del Cerro, en la subida del puente de Las Palmas, que también son históricos; o en el cruce de la misma 17, entre el antiguo Parque de la Comida Caribeña, hoy una estación de Policía, y la estación Terpel, donde se arma un trancón pródigo en accidentes, en parte gracias a estos huecos perennes que a ninguna administración importan.

Y en extramuros hay también múltiples ejemplos, como la vía que conecta a la Cordialidad con la Vía del Mar, a la altura de Las Ramblas, que ya comienza a desaparecer por las orillas, y por unas zanjas que tiene en el cruce con la Cordialidad, además de pronunciadas depresiones en ambos lados de los muchos box culverts que tienen estos 8 kilómetros.

Como estos hay muchísimos ejemplos más del abandono urbano y rural de la infraestructura de Cartagena, porque no tenemos la cultura de cuidar y mantener lo que construimos, a menos, repetimos, que sean vías concesionadas, que sí están bien cuidadas la mayoría.

Se oyen voces que piden revivir las antiguas Empresas Públicas Municipales, o una entidad similar, para responder por todas estas obras, hoy huérfanas vergonzosas de la administración pública. Ojalá terciaran la Academia y los gremios para proponer una solución a este abandono.

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