Editorial


Corrupción, común denominador

EDITORIAL

17 de abril de 2017 12:00 AM

A propósito de los últimos hechos polémicos y trágicos para Colombia, como los escandalosos sobornos de Odebrecht, la catástrofe de Mocoa, y ahora el lamentable accidente y muerte del joven cantante Martín Elías Díaz, donde se vio el mal estado de una carretera nacional varias veces reparada, hay que decir que estos casos tienen un común denominador: la corrupción. Esta que de mucho tiempo atrás y de manera acelerada viene afectando la realidad y la imagen del país y que además acentúa la crisis institucional, ya que los gobernantes no han podido o no han querido desterrarla de una vez por todas, sino por el contrario, cada día son mayores y más sonados los escándalos.

Probablemente en el accidente del cantante Martín Elías incidió también la velocidad, no tener puesto el cinturón de seguridad y la imprudencia de un motorizado, pero lo que es inaceptable es que una carretera nacional de tan alta importancia que une la Costa Caribe con el interior del país esté desde hace más de 20 años, en su mayor parte, en un estado deplorable y lo que es peor aún, que por transitar por ahí se cobren excesivos peajes, que no sabemos a ciencia cierta a dónde van a parar.

Desde hace varios años se vienen adelantando importantes proyectos viales en el país bajo la figura de las concesiones y/o APP, pero también vemos el olvido o atraso en que se encuentran muchas vías, especialmente las carreteras secundarias y terciarias, las que nos restan competitividad ante otros países.

Esperamos que finalmente las investigaciones adelantadas por las autoridades logren aclarar con precisión las causas del accidente del cantante vallenato, pues además de la velocidad, el pésimo estado de la vía, sin duda, no  permitió al conductor recuperar la estabilidad, pese a que el vehículo es de alta gama y resistente a muchos impactos en su sistema de rodamiento. 

Entre las versiones que se manejan del siniestro también hay unas que apuntan a que el hijo de Diomedes no llevaba el cinturón de seguridad, por lo que al momento del impacto salió del vehículo. Esto, sumado al parecer al exceso de velocidad, sin duda, se traduciría en una imprudencia, sin embargo, no debe ser excusa para restarles responsabilidad a los encargados de mantener la vía en buen estado. “Maldito afán de la vida y la suerte traicionera y maldito el que se roba la plata de las carreteras”, escribió Carlos Vives al conocer la muerte de su colega.

Es necesario que se acaben tantas prebendas que se les conceden a los funcionarios o personas involucradas e n actos de corrupción. Preocupa por ejemplo que algunos condenados paguen solo dos o tres años de cárcel, y más preocupante aún que se les conceda libertad condicional o la casa por cárcel. ¿No son criminales en potencia aquellos que, ya sea que por omisión, descuido o una pésima gestión, contribuyeron de manera indirecta a la muerte de más de 300 personas en la catástrofe de Mocoa?

Hasta que no se tome conciencia de que los recursos públicos son sagrados y deben invertirse de manera transparente con un objetivo social, esto no cambiará.

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