Antier la revista The Economist publicó una nota acerca del fracaso de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para controlar la sobrepesca en el mundo, luego de una conferencia improductiva celebrada en Buenos Aires y que concluyó el 13 de diciembre pasado. Aunque las expectativas para este evento eran casi nulas, ya que en 20 años la OMC no ha podido regular la sobrepesca en el mundo, algunos optimistas esperaban, según la revista, “al menos un pequeño logro que saliera de la Argentina”, que era terminar los subsidios a la pesca ilícita, pero ni eso fue posible. Para un observador desprevenido es increíble que alguien pueda subsidiar una actividad ilegal. Con razón que la pesca arrasa con las especies marinas.
Anota la revista que una tercera parte de las áreas pesqueras del mundo están sobrexplotadas, mientras que en 1970 lo estaban apenas en una décima parte; las existencias de peces grandes se redujeron en 90%, pero no toda la culpa es de la pesca ilegal (que vale entre 10 billones de dólares y 23 billones de dólares al año), sino que los 100 billones de dólares capturados legalmente son parte grande del problema. The Economist dice que para reversar la tendencia habrá que imponer cuotas de pesca o establecer áreas marinas protegidas. Está en riesgo no solo un recurso primordial para los humanos y para el propio equilibrio de la naturaleza, sino que amenaza a 3 billones de personas que dependen de la comida de mar para obtener una quinta parte de su consumo de proteína.
El fracaso de la reunión en Argentina es una vergüenza para sus protagonistas, que ya se habían comprometido a partir de 2020 a no financiar más la pesca ilegal, la no reportada aunque legal, y la no regulada, y extraña más porque estos países se comprometieron con las metas de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Las mayores potencias pesqueras son China, la Unión Europea, los Estados Unidos y Japón, y no honrar sus compromisos tendrá un efecto muy negativo sobre ellos mismos. Pero la India es el país que más subsidia a sus pesqueros (USD400 millones al año) y uno de los que más daño hace a dichos recursos.
Y Colombia, en vez de defender sus recursos, permite en sus aguas pesqueros extranjeros que usan artes de pesca malévolas, como el palangre, prohibidas hasta en muchos de los países irresponsables con el recurso pesquero, ya que garantizan capturas incidentales de muchas otras especies y en grandes cantidades, lo que equivale a arrasar con todo. Mientras la pesca, como tantas otras cosas, la sigan manejando burócratas ineptos desde Bogotá, los resultados seguirán siendo pésimos.
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